ALICIA ALONSO MEDALLA AL MÉRITO "Queremos que vengan al colegio por gusto"
MARÍA HERNÁNDEZ MARTÍ, Málaga Alicia Alonso, (Atarfe, Granada, 1951) es desde hace casi 10 años la directora del colegio de Los Asperones, un poblado de chabolas de Málaga. Por eso acaba de recibir la medalla al mérito de la Junta de Andalucía. "No me la dieron a mí sola: premiaron la labor del equipo", recalca orgullosa. La realidad en que viven sus 130 alumnos, todos gitanos y pobres, les ha obligado a plantearse objetivos distintos y a cambiar muchas reglas del juego educativo. Pregunta. ¿Con qué dificultades se encuentran cada día? Respuesta. Nuestra lucha es conseguir que los alumnos vengan al colegio. Los padres no quieren que sean analfabetos, pero no ven claro lo de la asistencia. Y de chicos vienen, pero al crecer... Con 11 años ya son mayores, sobre todo las niñas, y las ponen a hacer las tareas de la casa. Queremos que sigan estudiando, y no conseguimos gran cosa. Por eso tratamos de enseñarles lo más posible en poco tiempo. P. ¿Qué hacen contra el absentismo? R. No queremos que estén aquí por obligación, sino por gusto. Pero no es fácil. Los padres se ponen fatal cuando reciben cartas por las faltas de sus hijos; creen que se los van a quitar. Los calmamos y los convencemos de que los traigan cada día. Pero llevan otra vida, más de noche. No se dan prisa en acostarse; los niños se levantan solos. Nadie se encarga de que cumplan un horario estable. P. ¿Ha visto a algún alumno suyo salir de aquí? R. No. El primer ciclo de la secundaria lo hacen con nosotros, pero para el segundo van a la Universidad Laboral. Está más lejos, el transporte les cuesta, aunque les den bonobuses, son más horas, no hay comedor... Además es un centro abierto, con jardines, y se pierden. Les tira más el jardín que la clase. Ahora sólo tenemos una alumna allí, y va aguantando bien. Pero otros se niegan a todo. "No sé", contestan, "no sé", aunque sepan, se cierran. Les falta autoestima y confianza en sí mismos. P. ¿Ve que el nivel vaya mejorando? R. No, aunque esperábamos lo contrario. Nuestros alumnos están en el mismo punto que el resto de la comunidad gitana en España, uno o dos cursos por debajo de lo que les corresponde. Y tenemos que ponernos a su nivel.
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