Zaplana aboga por una campaña limpia y alejada de los insultos y las descalificaciones entre políticos
Una campaña limpia y alejada de los típicos insultos y descalificaciones que caracterizan el periodo preelectoral. Ese recto e inocente mensaje envió ayer tanto a sus acólitos como a sus rivales políticos el presidente de la Generalitat y candidato del PP en las elecciones del 13 de junio, Eduardo Zaplana, que eligió una obra emblemática inaugurada en esta legislatura, aunque impulsada en la anterior, para hacerse la foto oficial de los candidatos autonómicos. Fue L"Hemisféric, pero también pudo ser la Universidad de Elche, el ludoparque Terra Mítica y hasta un campo de riego por goteo, como, según dijo, propuso María Ángels Ramón-Llin, ex UV fichada por Zaplana para el cuarto puesto de la lista y que situó a su vera en la fotografía popular.
La arenga de Zaplana iba -de derecho- dirigida a los 60 candidatos populares a las elecciones autonómicas (que el próximo 13 de junio pugnarán por un acta de diputado a las Cortes Valencianas) reunidos ayer para ser inmortalizados en el álbum fotográfico del PP. Pero dada la presencia de los medios de comunicación, el recado se convirtió -de hecho- en un mensaje a sus adversarios electorales. "No entendemos a nadie como enemigo, en todo caso como rival político", dijo el presidente. Y definió una línea de actuación que habrá que diseccionar cuando la campaña esté en plena ebullición. "Nada de rencor, nada de tensión ni de crispación". No en vano, el presidente explicó que más que una actitud circunspecta hacia sus rivales políticos, que le pueden merecer más o menos respeto, prevalece el miramiento a los ciudadanos. "Los votantes de izquierda no solamente nos merecen nuestro respeto sino que tiene que saber que vamos a gobernar también para ellos", dijo. Zaplana también planteó los objetivos que les aguardan de aquí al 2003 a sus elegidos, tras dar la bienvenida a los 23 candidatos que se presentan por primera vez -"creo que son más de 20", aventuró a ojo-. El paro, o mejor dicho, reducir el paro hasta tasas similares a las de las regiones más prósperas del mundo, fue su primer mandamiento. En segundo lugar sitúo un viejo deseo: auspiciar un verdadero liderazgo de la Comunidad Valenciana en el contexto español. Y prosiguió, cómo no, con las obras públicas, tanto las que ya están iniciadas como las que se inventarán en los próximos cuatro años (si ganan las elecciones). Y mencionó tres de los retos asumidos: hacer realidad el AVE Madrid-Valencia, cerrar la autovía Sagunto-Somport y que los aviones aterricen en Castellón. Antes de hacer este discurso bajo las pestañas de la colosal cúpula-ojo de L"Hemisfèric de Calatrava, los candidatos posaron con gran alegría ante las cámaras de los periodistas. Tan sólo faltó Carlos Fabra, número uno de la lista autonómica por la circunscripción de Castellón. La ubicación del resto dio la medida del apoyo, o respeto, que tienen del candidato a la presidencia. A la derecha de Zaplana situó a Rita Barberá, candidata a la alcaldía de Valencia y número dos a las Cortes. A su izquierda, Ramón-Llín, independiente que originó una crisis de Gobierno tras su fuga de UV. L"Hemisfèric fue el fondo de la foto, pero según dijo Zaplana, también se podía haber elegido otro marco fotográfico (de cualquier forma con visos de mensaje electoral). Y enunció el proyecto cultural de Castellón, el circuito Ricardo Tormo de Cheste, un edifico del Inem, el hospital de Alzira y hasta cualquier bosque valenciano ("como muestra de la lucha contra los incendios", dijo)
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