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El fiscal pide penas de 80 años para una banda acusada de tres brutales asesinatos

El fiscal solicita penas que suman más de 80 años de prisión para Francisco Javier Amaya, Antonio Milán y Bernardo López Martín, una banda a la que se le imputa tres asesinatos: el de Joana Garrucho, que trabajaba de cajera en un McDonald"s de Manresa; el de Gregorio de Salinas, un ex presidiario que vivía en Sitges y al que habían conocido en la cárcel, y el de Rafael Molina, un joyero de Sant Feliu de Llobregat que apareció muerto en Alp.

Los tres crímenes fueron cometidos entre diciembre de 1995 y marzo de 1996, y el único móvil de todos ellos fue el económico. Los miembros de la banda actuaban con gran crueldad y siempre de la misma forma: después de robar a sus víctimas, las secuestraban, las asesinaban y abandonaban los cadáveres. Además de solicitar las penas de cárcel, el ministerio fiscal y las acusaciones particulares piden que los tres acusados indemnicen con 210 millones de pesetas a los padres, hermanos e hijos de la víctimas. Según el informe provisional del fiscal, la noche del 4 al 5 de diciembre de 1994, Francisco Javier Amaya y Antonio Milán secuestraron a Joana Garrucho en Manresa cuando ésta se disponía a ingresar la recaudación del día -728.000 pesetas- en un cajero. Los delincuentes trasladaron a Garrucho, de 30 años, hacia la carretera de Manresa a Igualada y aquella misma noche la asesinaron y arrojaron su cuerpo a un terraplén próximo a la carretera. El cadáver no se encontró hasta un mes después, el 3 de enero. Después del asesinato de Garrucho, la banda siguió apretando el gatillo de una pistola detonadora adaptada para disparar munición del calibre 6,35 milímetros. El segundo crimen lo perpetraron el 30 de enero de 1995 y la víctima fue Gregorio de Salinas y Sánchez de Zarza, un ex presidiario que conocieron en la cárcel dos de los miembros de la banda, Francisco Javier Amaya y Bernardo López. A Gregorio de Salinas lo secuestraron en Sitges, donde vivía, y lo trasladaron a Cerdanyola. Allí presuntamente lo mataron tras robarle las tarjetas de crédito y un anillo de oro. El cadáver fue encontrado cerca de Sitges. La tercera víctima fue Rafael Molina, un joyero de Sant Feliu de Llobregat que ofrecía sus productos en un bar de Castellbisbal. El secuestro se produjo en Sant Feliu de Llobregat el día 16 de marzo. Después de sustraer el maletón al joyero, el grupo lo trasladó hasta el municipio de Alp, en la Cerdanya, donde lo ejecutó y abandonó. El ministerio fiscal y las acusaciones particulares solicitan un total de 79 años y 6 meses de prisión para Antonio Milán Velasco, 82 años y 6 meses para Francisco Javier Amaya, y 81 años para Bernardo López. Los acusados tienen entre 42 y 57 años de edad.

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