Un culto al fatalismo
La Real supera al Alavés, que acabó con nueve jugadores
El Alavés recordará el segundo derby del reencuentro, en esta ocasión ante la Real Sociedad, como el de la fatalidad. El Alavés lo jugó al límite y en los límites. Lo anunció con un disparo al poste en el segundo 24 de partido, para construir, diez minutos después, un monumento al fútbol de toque y precisión que precedió al gol de Sivori. La Real Sociedad, un equipo confuso y atropellado, le veía transitar como una centella por el campo.Al filo del descanso, el Alavés tradujo su recital futbolistico en culto a la fatalidad. En tres minutos, la Real Sociedad dio vuelta al marcador con tres protagonistas estelares: Kovacevic, Tito y el colegiado. Al primero, el gol le acompaña incluso de espaldas; el guardameta dio un recital de ingenuidad que aquilata el debate en la portería alavesista; el tercero, manfestó una incapacidad técnica que le acompañó todo el partido. El gol del empate donostiarra estaba precedido de un fuera de juego evidente del portugués Sa Pinto.
REAL SOCIEDAD 2
ALAVÉS 1Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, L. Rekarte (J.F. Guerrero, m. 61); Kühbauer, Gómez (Jauregi, m. 79), Sa Pinto, Aranzabal; Cvitanovic (Aldeondo, m. 70 y Kovacevic. Alavés: Tito; Belsué, Albistegi (Azkoitia, m. 45), Karmona, Berruet, Ibon Begoña; Desio, Pablo, Sívori; Canabal (Berti, m. 45) y Julio Salinas (Magno, m. 68). Goles: 0-1. M. 11. Contragolpe al primer toque del Alavés que culmina Sivori. 1-1. M. 43. Kovacevic salta con el guardameta Tito al que se le escapa el balón y golpea en la cabeza del yugoslavo. 2-1. M. 46. Kovacevic cabecea un libre indirecto efectuado por Sa Pinto Árbitro: Bueno Grimal. Expulsó en el descanso a Pablo y por doble amonestación a Berti y mostró tarjetas amarillas a Ibon Begoña, Desio, Julio Salinas, Azkoitia, Pikabea y Sa Pinto. Unos 20.000 espectadores en Anoeta con presencia de aficionados del Alavés.
El Alavés se desquició en tres minutos y acarreó el nerviosismo hasta el tunel de vestuarios, donde Pablo fue expulsado (se supone que por desconsideración con el colegiadoBueno Grimal).
La Real no se inmutó. Siguió fiel a un fútbol de poca tensión, acaso confiada en exceso a una justicia favorable y a la tarde feliz de su goleador Kovacevic. Ni siquiera la expulsión de Berti (que dejaba al Alavés con 9 jugadores) le aclaró las ideas. El partido se convirtió en un ejercicio físico alavesista y un catálogo de errores realistas en el remate.. Suele ocurrir con los equipos medianos: les resulta más facil digerir la adversidad que las facilidades.
En un par de pelotazos -único recurso posible en la desventaja- el Alavés alcanzó la portería de Alberto. En el segundo, el guardameta realista derribó al delantero Magno en al área pequeña. El colegiado no lo vió y el Alavés consumó su intensa relación con la fatalidad. La Real suspiró y se fue al vestuario en silencio.
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