Los 'barones' se adueñan de Ferraz
Los dirigentes territoriales se han convertido en el verdadero poder en el PSOE durante la crisis
La casi unanimidad de los dirigentes regionales del PSOE en el diagnóstico de la situación, en las causas y en las soluciones a la crisis de la bicefalia que vive su partido, no fue compartida hasta última hora por el secretario general, Joaquín Almunia. Durante dos días, los barones socialistas trataron de arbitrar fórmulas que contentaran al secretario general y al candidato a La Moncloa.Los anfitriones fueron los tres presidentes autonómicos: Manuel Chaves, de Andalucía, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de Extremadura y José Bono, de Castilla-La Mancha. Su papel consistió en aunar las voluntades del resto de los dirigentes regionales, escuchar sus propuestas y trasladarlas a Borrell y Almunia, en busca de un esquema en el que los dos se sintieran cómodos. Su principal preocupación estaba en que el secretario general se sintiera menoscabado, rechazase toda solución y abocase al partido a un congreso extraordinario totalmente indeseado. En la búsqueda del equilibrio siguieron hasta anoche, convirtiéndose en la práctica en el auténtico poder del PSOE.
Chaves, Rodríguez Ibarra y Bono se han hecho durante dos días los dueños de la sede federal del PSOE de Madrid. Al margen de las capacidades de liderazgo que puedan tener, sus voces son especialmente escuchadas al ser los dirigentes de las tres joyas de la Corona. Cuando el PP arrebató el poder autonómico de los socialistas en 1995 estos tres políticos revalidaron su triunfo y en el PSOE, como en cualquier partido, quien gana elecciones tiene un reconocimiento singular.
En la noche del jueves se reunieron con ellos los secretarios regionales de Canarias, Juan Carlos Alemán; de Aragón, Isidoro Esteban; del País Vasco, Nicolás Redondo Terreros; de Madrid, Jaime Lissavetzky; de Castilla y León, Jesús Quijano; y de Navarra, Juan José Lizarbe. Ayer el cónclave estuvo formado por el secretario general de la Comunidad Valenciana, Joan Romero; de Galicia, Emilio Pérez Touriño; de Baleares, Andreu Crespi; de La Rioja, Ángel Martínez Sanjuán y de Cantabria, Jaime Blanco. El primer secretario de los socialistas catalanes, Narcís Serra, seguía y participaba de las discusiones telefónicamente desde Barcelona por tener que atender al mismo tiempo sus obligaciones en la organización catalana. Anoche se trasladó a Madrid para ayudar en el último empujón hacia el intento de acuerdo antes de que esta mañana se reúna el Comité Federal.
Y si la noche del miércoles fue larga también la de ayer resultó pródiga en contactos y entrevistas. Después de la reunión de la Ejecutiva Federal continuó la ronda de los barones a sabiendas de que les correspondía a ellos impulsar una propuesta. Los secretarios regionales, uno a uno, se pronunciaron en contra de un congreso extraordinario. A la reunión de ayer se incorporó el secretario general de los socialistas asturianos, Luis Martínez Noval.
Hay razones electorales que hacen indeseable un congreso extraordinario en el PSOE. En primer lugar, no es el momento de enfrascarse en un proceso de elección de delegados, que necesariamente lleva consigo la trifulca, cuando los planes de los socialistas sólo apuntan a la preparación de las elecciones municipales y autonómicas y no a un debate interno.
Tras esa primera unanimidad vino la siguiente: Borrell tiene que desempeñar la representación del partido, ser su voz y su referente ante la sociedad y las instituciones. Esto lo apoyan tanto quienes respaldaron a Almunia en las primarias como los que se decantaron por el que resultó vencedor. Para dar satisfacción a la otra parte se convino en que el candidato no podía caminar por libre, sino que las posiciones que defendiera tenían que ser fruto de la decisión de la Ejecutiva que dirige Almunia.
"El secretario general coordina y dirige las políticas del partido...". Algunos asistentes a la reunión mostraron posiciones muy firmes en cuanto a que los dos afectados tenían que obedecer lo que les mandara el Comité Federal. Ante la evidencia de estos dos pilares de consenso, entre los barones se instaló la convicción de que podía haber un acuerdo. El viernes por la mañana cayó un jarro de agua fría cuando por Chaves, Bono e Ibarra, los demás fueron sabiendo que Almunia ponía serias objeciones a casi todo lo que a ellos les parecía de una naturalidad aplastante. Y tras ese remojón vinieron otros durante todo el día.
Pese a todo, Rodríguez Ibarra y Joan Romero no se resistieron a poner en negro sobre blanco sendos proyectos de borrador encabezados por la frase "El Comité Federal dispone que...". Cualquier cosa antes de que hoy, de manera asamblearia, hubiera que partir de nuevo de cero.
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