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FÚTBOL LIGAS EXTRANJERAS

Los goles hablan por Owen

El fenómeno del Liverpool cierra la polémica con sus técnicos marcando cuatro tantos

¿Acertó Roy Evans? ¿Es, así,tan inteligente el hombre que descubrió a Michael Owen para el Liverpool o es más bien cicatero y proteccionista? "Los aficionados responderán lo segundo, pero, evidentemente, yo no me desdigo", explica el segundo técnico del Liverpool, el hombre que tomó la incomprendida decisión el pasado martes de dejar en el banquillo al niño prodigio (18 años) Michael Owen en el partido de la Copa de la UEFA contra el Valencia simplemente porque le notaba cansado. "Y evidentemente los aficionados seguirán diciendo que igual que Ówen marcó cuatro goles el sábado al Nottingham Forest, el martes, si hubiera jugado él, no habríamos acabado empatados a cero con el Valencia". Y los cínicos añaden: el rácano encuentra que siempre tiene razón cuando maltrata al genio, que siempre acabará deslumbrando.Owen lo hizo, para satisfacción de Evans, del entrenador (el francés Gérard Houllier) y, sobre todo, de la afición. Lo hizo por cuatriplicado, con cuatro goles en los que mostró todo su espectro de delantero (velocidad, regate, intuición, magia, desborde y remate) ante el Nottingham el sábado. Con ellos, el joven inglés que alucinó al mundo con el gol que igualó a Inglaterra contra Argentina en el Mundial ya es primero (empatado con Ricard, del Middlesbrough, a ocho goles) en la lista de máximos goleadores de la Premier League, y su equipo, el Liverpool, asciende a la tercera plaza en la clasificación, a seis puntos del invicto Aston Villa.

Michael Owen tenía motivos para estar enfadado con sus técnicos. Acató la decisión de calentar banquillo con discreción, igual que antes tampoco había rechistado cuando Evans, que le considera la mejor inversión a largo plazo del Liverpool y le protege como una gallina a sus polluelos, le concedió descanso durante algunos entrenamientos para que no se fatigara en exceso. Todo lo más que dijo el inglés apodado cara de niño fue que no estaba cansado . "Me encuentro bien y quiero jugar", dijo el jueves. "Pero el técnico me protege mucho, me retira de los entrenamientos y me ahorra ciertas cosas. Hablo mucho con los técnicos, y cuando me dijeron que no jugaría contra el Valencia me lo explicaron no como si estuvieran descontentos con mi mal juego, sino como algo beneficioso para mí".

Después del partido, lo mismo. Mientras Evans, que sigue luchando para que a su pupilo no se le hinche en exceso la cabeza, se negó a pronunciar su nombre y achacó al juego de "todo el equipo" la goleada al Nottingham, Owen no quiso aprovecharse, no echó basura contra sus mentores. Ni siquiera abrió la boca. Había dejado que sus goles hablaran por él.

Cada uno de los tantos tuvo su propio lenguaje. El primero, logrado en el minuto 10 del partido, fue un delicado disparo con efecto. Le siguió, 28 minutos después, el tanto del 3-1 (Freedman había empatado para el Nottingham, pero McManaman rompió el empate poco después), un gol de carrera y disparo, marca registrada. Su tercer tanto lo logró lanzando fríamente un penalti. El cuarto fue otro marca de la casa, pero más espectacular aún que el segundo: rápido como el rayo recorrió 30 metros con el balón y sonoro como el trueno remató a gol.

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