La seguridad del Celta acaba con un Betis al que pudo golear más

El Betis tardó poco más de un cuarto de hora en merendarse el crédito obtenido con su triunfo en el Bernabéu. Bueno, a lo largo de la semana ya había empezado a masticar con los retrasos de Ayala, las disputas con los médicos por la recuperación de Alfonso y la directiva enzarzada en una pelea sobre las obras de remodelación del estadio. A los 18 minutos Fernando le pegó un puñetazo en el estómago a su propio equipo tras ganarse la expulsión con dos infantiles tarjetas amarillas consecutivas. Pero lo peor estaba por llegar. Cantatore hizo historia y sentó en el banquillo (por primera vez en su carrera profesional) a Denilson a los 22 minutos. Ni la grada ni el propio jugador ni nadie que estuviera a mano para preguntarle sabía porque el entrenador del Betis le hacía eso a su equipo.

La primera parte fue el escenario de un crecimiento lento pero inapelable del Celta sobre el control del juego, al que el Betis respondía a base de coraje y la chispa de Finidi e Iván Pérez. En los últimos minutos de la primera mitad, el hermano pequeño del anhelado Alfonso inventó un par de ocasiones, pero no acertó con el gol.

El Celta en la segunda parte comenzó a labrarse una victoria merecida. Hizo un juego de gran solidez y escaso de florituras: control atrás, seguridad en el centro y agilidad mental en la delantera. Nada más encajar el segundo gol, Cantatore consumó la lobotimización de su equipo y retiró del campo a Finidi. A partir de entonces, el equipo gallego desplegó un gran fútbol que pudo acabar en goleada escandalosa.