Un gol de Angulo dio el triunfo al Valencia ante el Villarreal

Sólo el estado en vena de Angulo superó fugazmente un partido muy flaco de fútbol. Su inspiración le sirvió para abrir un catenaccio en toda regla que el Villarreal había contruido en torno a la figura incombustible de su capitán Robert. Fuera de eso, el choque fue una ruina, un monumento a la impotencia de dos equipos incapaces de marcar las pautas del juego. El Valencia, que parece fabricado exclusivamente para el contragolpe, sufre en la Liga la ausencia del Piojo López. El Villarreal, por su parte, sólo piensa en sumar empates y no le importa cómo. Será ésta su forma de sobrevivir en Primera, pero, a qué precio: enterrando el fútbol allá por donde pase. Advertidos quedan todos los enterradores.Desde el primer instante, el aroma festivo de este cuasi derby entre primos hermanos derivó en un fuerte tufo a rancio que alcanzó hasta el más elevado de los graderíos. El choque olía a esas citas casposas de los años setenta en las que el equipo local quería pero no podía y el visitante sólo quería que acabara. El Villarreal levantó barricadas y todos defendían, interrumpían y atoraban como fuera. Perdían tiempo desde el primer segundo.