Escartín lanza a Jiménez
Olano sale airoso en Pal de un masivo ataque del Kelme que coloca cuarto al Chaba
José María Jiménez está fuerte. Marcha tan sobrado en su terreno, la montaña, que podría plantear un serio problema al Banesto si la Vuelta contase con puertos similares al Tour. Ese contratiempo está descartado y afortunado es Abraham Olano, su jefe y líder de la ronda española. El Chaba repitió ayer la victoria de El Catí ganando en la estación de esquí andorrana de Pal. Dos triunfos en las dos llegadas en alto en lo que va de carrera. Ponderado o no, lo que buscaba el corredor era sosegar el planteamiento ofensivo diseñado por el Kelme, con un ataque en el penúltimo puerto del día.No era una intuición, sino una realidad, el asalto de Fernando Escartín, Roberto Heras y Marcos Serrano subiendo a Ordino. Las cartas estaba echadas. Poner en apuros a Olano. Ahí surgió la función de Jiménez. No esperó al guipuzcoano, bien protegido por Beltran y Odriozola, y se fue a rueda de los tres del Kelme. Jiménez no sólo se convirtió en el freno de Escartín, sino que superó al final al aragonés, recuperó parte del tiempo perdido en la contrarreloj de Mallorca y se colocó cuarto de la general, a un minuto y medio de Olano. Banesto no desconfía del guipuzcoano, pero, por si acaso, colocó a Jiménez como segunda baza del equipo. "Un valor estratégico importante en la montaña para beneficio de Olano", en palabras de Eusebio Unzue, director del equipo. "Escartín tendrá siempre una amenaza con Jiménez".
10ª etapa
1. José M. Jiménez2. Fernando Escartín 3. Roberto Heras Caída y lesión de David García. Líder en la General: Olano
Sea El Chaba la segunda baza del Banesto o no, el equipo de Echávarri ganó ayer media Vuelta. Olano cedió un minuto y algo a Escartín, pero salió airoso de la considerada etapa reina, un terreno adverso al guipuzcoano. Sólo pasó apuros, o al menos lo pareció, a mitad del puerto de Ordino. Un demaraje de Oskar Camenzind -buena faena la del suizo repescado por el Mapei por la baja de Tonkov- llevó a su rueda a Beltrán, Zülle y Jalabert. Olano no pudo seguir a su escudero. La crisis del líder se olía, pero era una falsa intuición. Beltrán, un coupé con buen reprís, vio que su jefe, un camión diesel, ajustado en el gasto pero lento de reacciones, no le seguía y paró de inmediato para volver al ritmo de subida al que pertenece Olano. Un compañero.
El pelotón de los favoritos quedó roto. Un grupo formado por Zülle, Camenzind y Clavero. Por detrás, Olano con Beltrán, Jalabert, que hacía mala cara y piernas gruesas, y Armstrong. Apenas una curva y los dos grupos se reagruparon. Mientras, Jiménez, el freno de Escartín, le hizo un feo al del Kelme, esprintando en el alto de Ordino o Montaup. Reparto de aspiraciones: en teoría el de El Barraco aspira a ganar la montaña de nuevo (ya es líder en eso del maillot balnco, empatado a puntos con un Cerezo que buscó una fuga matinal para seguir cazando puntos), y el de Biescas sólo piensa en la general. Heras, sobreutilizado en todas las tácticas de Pino, ya había cedido en sus fuerzas.
El tramo final de la etapa fue un monólogo de Escartín y su sombra, El Chaba. Olano irrumpió en el descenso del penúltimo puerto con su pesada carrocería hasta juntarse con Heras y Camenzind. La pelea se puso interesante. No para David García (Vitalico) que tuvo que ser trasladado al hospital tras una apara tosa caída (traumatismo torácico grave, contusión precordial y traumatismo en la cadera izquierda, con probable subluxación de la misma, según informó el máximo responsable médico de la carrera, Fernando Astorqui).
Al comienzo de la subida a Pal, la carrera volvió a su sitio. Los escaladores hacia arriba y los rodadores a ritmo. Insistentes, impotentes, testimoniales, ataques de Jalabert en el intento de descolgar a Olano. Todo fue en vano. El líder entró en el mismo tiempo que el francés, Olano y Zülle, sus adversarios en el cronómetro. El guipuzcoano respiró. Tanto por su situación inmejorable para ganar su primera gran ronda, como por la segunda victoria de Jiménez que, a falta de dos kilómetros, se cansó de ser el freno de Escartín y se fue para arriba con la facilidad de un rebeco.
Aparcando el sentimentalismo, el cariño y bastante hojarasca, de la gran acción masiva y colectiva del Kelme, en su día de gran montaña, sólo queda un resultado tangible: a cambio de limar poco más de un minuto al líder, Olano, Escartín ha pagado con un esfuerzo tremendo y un favor a un compañero de equipo de Olano, Jiménez: el aragonés regaló el triunfo de etapa al Chaba y, de paso, le metió de nuevo en la lucha por la general (sólo, claro, en el caso en que Olano patine). Antes de ayer, Jiménez era 15º; desde ayer es cuarto. Y aún le quedan tres llegadas en alto. Dado que ha demostrado que es el único escalador capaz de marcar diferencias, que nadie se olvide de él.
Olano sonrió: "No temía por el jersey amarillo. La baza de Jiménez ha sido importante ya que no podíamos cegarnos en Escartín y Heras. Para mi ha sido un triunfo psicológico". Y el voluntarioso Escartín se resignó: "Ojalá, si no soy yo, que sea un español que gane la Vuelta. Ésta era la etapa que más diferencia podía sacar y Olano ha resistido".
El ciclismo español marcha camino de reencontrarse con sus raíces y con su tradición. Está condenado a hablar de las gestas de fibrosos y menudos, de enjutos y renegridos escaladores. De Escartín, de Heras, de Jiménez, de Beltrán, de Clavero. Induráin ya es historia.
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