A 45 nudos por hora

Las olas son las crines de un caballo en el que galopa el practicante de este hermoso deporte. A Leonardo da Vinci le habría encantado inventar esta tabla en la que se consuma la versión moderna de ese milagro de Tiberíades de caminar sobre las aguas. Algo sabrá al respecto el Cristo de la Tabla al que veneran en Mejorada, detalle del que está bien informado Antonio García Barbeito por ser el pregonero de las fiestas de este pueblo toledano. Dicen que las aguas de Tarifa son, junto a los de la playa de Okipa, cerca de Honolulú, el paraíso de los windsurfistas. Allí se proclamó campeón del mundo en 1991 en eslalon y velocidad un vikingo llamado Bjoern Dunkerbeck, danés de nacimiento, nacionalidad holandesa, afincado en Tarifa. Tardó 25 minutos en cruzar el Estrecho de Gibraltar sobre una tabla que mansamente después de la vorágine fue a posarse sobre la arena de la playa marroquí de Sainar. El hombre-ola vio tiburones y hasta un submarino nuclear. El año que fue campeón del mundo, las pateras hacían el viaje a la inversa. Los periódicos registran detenciones de magrebíes en Punta Paloma, la playa inmortalizada por Kiko Veneno, y de subsaharianos en la playa de Los Lances. En aguas de Tarifa, Dunkerbeck alcanzó los 45 nudos por hora. Su hermana Britt fue campeona del mundo en 1990. El windsurf rinde honores al viento y a su eólica corona. Cuando en los mares mandaban los vikingos, se echaban a temblar ante uno de los vientos catalogados por Cunqueiro: "Era un gigante de diez varas noruegas, con una enorme barba dorada, y el cuerpo cubierto de escamas plateadas como las del salmón". El padre de la Sirenita pintado por el Bosco. El 3 de septiembre se disputa en aguas de Valdoviño,término de Ferrol, el campeonato del mundo de Surf. Cerca de las costas coruñesas de Cedeira y Cariño, mi amor.