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Entrevista:

MANOLO SANLÚCAR GUITARRISTA "Admití una plaza con mi nombre el día que vi flamenco en Lisboa"

Su Taurmagia forma parte ya de la memoria sonora y sentimental andaluza, como marca de una generación que supo aprovechar el legado de la historia, estableció las bases de un lenguaje nuevo y recreó el flamenco. Desde la sabiduría que concede la madurez Manuel Muñoz, Manolo Sanlúcar, vuelve la vista a una vida dedicada a la guitarra y mira hacia adelante con la cabeza llena de proyectos. El pasado 21 de agosto, una plaza de su patria chica, Sanlúcar de Barrameda, fue bautizada con su nombre. Pregunta. ¿Qué le produce ver su nombre en las paredes de su pueblo? Respuesta. Acentúa el compromiso que tengo con mi pueblo y mi cultura, y me produce una gran responsabilidad. P. ¿Le asustan los homenajes? R. Me inquieta un poco. Es como si no me lo hicieran a mí, dan ganas de mirar alrededor, a ver quién es ese Manolo Sanlúcar. P. Renunciando a su apellido, ha conseguido que Sanlúcar se convierta en una capital flamenca. R. Hombre... no sé... P. El verano le ha mantenido muy activo, ¿cuál es su balance de esta temporada? R. Lo más importante ha sido la presentación del concierto de homenaje a Lorca. No es fácil que esa música intensa, de contenido, llegue a la gente, pero me he sentido muy bien con el público. Sobre todo había mucha gente joven. P. Suponemos que a Lorca, allá donde esté, se sentirá bien con las muestras de cariño de los andaluces. R. Espero al menos que no esté disgustado. De todos modos, creo que a Lorca lo que más le gustaría es que su obra estuviera reflejada en las escuelas. P. ¿A qué se debe esa atracción que siempre ha existido entre la literatura y el flamenco? R. Las artes siempre han estado muy comunicadas, todas han hecho las revoluciones de un modo paralelo. Mientras Stravinski o Bela Bartok hacían la suya, Picasso o Miró evolucionaban a su manera. Es la consecuencia natural de que el arte sea esa expresión angustiosa del ser humano. P. El propio Paco de Lucía renunció a un contrato por dignificar el flamenco. ¿Cuál ha sido su mayor sacrificio por poner este arte en el sito que merece? R. Muchísimos. Tengo sobre todo una constante actitud crítica ante la oficialidad, que no siempre comparte ese compromiso con mi cultura, que es riqueza. La rotulación de la plazoleta con mi nombre estaba aprobada desde hacía cinco o seis años, pero siempre me he negado mientras en Andalucía no hubiera una actitud positiva hacia el flamenco y la cultura clásica andaluza. El mismo día que vi que en la Expo de Lisboa los representantes andaluces eran el flamenco y la danza española, llamé al Ayuntamiento y les dije: "Cuando queráis".

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