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Tribuna
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Ya lo siento

Ya lo siento. A mí tampoco me gusta tener que retirarme. Estoy muy triste por dejar el Tour y más todavía por la forma en que ha sido, después de haber ido sufriendo todo el día y a sólo 20 kilómetros de la meta, cuesta abajo y cuando ya pensaba que lo tenía todo hecho y salvado el día. Y encima cuando la carrera va a ser de verdad el Tour que todos queremos. Qué ambiente.Y gracias a Pantani y al Banesto y a toda la gente que ha atacado hoy. A nosotros nos habría sido más fácil quedarnos escondidos detrás para disimular nuestra debilidad, pero nos hemos arriesgado. Hemos dado espectáculo aunque el resultado no haya sido el que esperábamos con Jiménez.

Yo ya sabía a lo que salía. Al principio me he metido en los ataques antes de la cruz de Hierro, pero no por mí, que no iba a llegar muy lejos, sino por los compañeros. Llevaba unos días en que se me acumulaba el cansancio y no recuperaba, así que me puse delante avisando a la gente de los cortes. Y algo logré: César Solaun se metió en uno. Pero empezó mi sufrimiento. No iba, no iba. Resignación y grupeta. Quizás habría sido el momento de decir adiós, pero teníamos en la etapa a los jefes, que habían tenido la delicadeza de venir a vernos en momentos de debilidad. Y no podía bajarme así como así. Había que sufrir y aguantar.

Subí mejor en el Galibier, pero bajando empecé a sentir frío en las piernas y luego por todo el cuerpo. Me dieron tembleques, y en esa situación no tienes fuerzas ni para frenar ni para manejar la bicicleta. Me pasó la grupeta, que puede ir lenta subiendo, pero para abajo y en el llano va muy rápido. He intentado seguirles, pero no podía. Me han pasado los coches y tampoco pude coger su estela. La bici me temblaba más y más en cada curva. Ya sólo tenía la ambulancia por detrás de mí. Ya veía el médico desde allí que me podía caer en cualquier momento. Desde el kilómetro 25 antes de la meta había dos túneles, pasé el primero y por poco no paso el segundo. Ya no podía llevar la bici. Así no podía continuar. Me paré y me bajé. El médico ya estaba encima de mí para sujetarme porque no me tenía en pie. Me quitaron la ropa, calada y helada y fueron a un bar por un chocolate caliente. Me lo tuvieron que dar ellos porque no podía ni sujetar la taza ni beberlo a sorbos. Me han metido en la ambulancia, me han tapado con mantas y he sentido algo más de calor. Pero solo he parado de tiritar cuando me he metido en la ducha.

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