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BALONCESTO FINAL DE LA NBA

Jordan logra el sexto anillo

Chicago derrota a Utah por 87-86

Cayó el sexto de la única forma posible, con Michael Jordan acaparando todo el protagonismo gracias a otra actuación histórica. Como muchas veces a lo largo de su incomparable carrera, Jordan sacó lo mejor de sí mismo en el momento justo, condición distintiva de los grandes deportistas. Y Jordan es el más grande. El mejor jugador de la historia del baloncesto aumentó su repleta colección de momentos memorables en una noche en la que volvió a confirmar que nos encontramos ante un deportista irrepetible, un atleta portentoso, un competidor feroz, un ganador insaciable. "No sé si alguien podría escribir un guión tan bueno como éste", dijo Phil Jackson, entrenador de los Bulls, al terminar el partido mientras saboreaba el clásico puro con el que celebran los títulos. No le faltaba razón. El encuentro fue una película candidata al Óscar. Tuvo grandes actores, ritmo trepidante, violencia contenida entre Karl Malone y Dennis Rodman que parecía poder estallar en cualquier momento, y un componente dramático en las idas y venidas al vestuario del lastimado Scottie Pippen. La tensión fue siempre en aumento hasta llegar a un sorprendente desenlace insuperable en emoción.Por encima de todo esto, el protagonista, la gran estrella, el bueno que al final siempre se lleva el premio: Michael Jordan.Bastaría con los ultimos 41 segundos de encuentro para acabar con los calificativos hacia Jordan. Pero es que cuando se alcanzó este momento, Jordan llevaba 41 puntos y había convertido desde hacía muchos minutos el partido en un duelo entre él y el mundo, árbitros incluidos. El tremendo esfuerzo al que se vio sometido (sólo pudo descansar cuatro minutos) no mermó un ápice ni su cuerpo ni su mente. Con empate a 83, Stockton puso el más difícil todavía con un gran triple. Jordan logró una penetración rápida (86-85) y el partido estaba en manos de los Jazz.

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"Vi el momento"

Utah buscó a Malone, que recibió en la posición de pivot. Por detrás, Jordan metió una mano y se llevó la pelota. Quedaban 20 segundos. Era el momento de volver a hacer historia. Con el balón en su poder, Jordan no se puso nervioso y decidió no solicitar tiempo muerto. Pasó el medio campo, se escoró hacia la izquierda y encaró a Russell, su defensor. Metió la quinta velocidad para dirigirse hacia el centro de la zona seguido por su perro de presa. A la altura del tiro libre frenó en seco. Russel salió disparado. Jordan, ligeramente desequilibrado por la violencia del frenazo, tuvo la fortaleza suficiente en las piernas para elevarse derecho como una vela. Restaban 5,2 segundos cuando el balón salió de sus manos. Junto al balón viajaba un anillo, el futuro de un equipo legendario, la continuidad del icono deportivo más reconocido del final de siglo. Entró, como no podía ser de otra forma.

Stockton lo intentó en el último segundo pero el guión ya estaba cerrado y no admitía más cambios. Sexto anillo en ocho años para los Bulls y sexto trofeo de MVP (jugador más valioso de la final) para Jordan.

Mientras los jugadores se abrazaban, aparecían de la nada camisetas y gorras conmemorativas y el jefazo de la NBA entregaba los galardones correspondientes, no había otra pregunta en el ambiente. ¿Y ahora qué? Porque la historia no deja de ser singular: Michael Jordan está en el trance de retirarse a sus 34 años, en un momento en el que nadie puede afirmar, sin riesgo a ser duramente criticado, que haya comenzado su declive como jugador. Jordan sigue siendo el más grande, como Chicago sigue siendo uno de los equipos míticos del baloncesto profesional. ¿Se retirará Jordan sin conocer ni la derrota ni el declive? Esa es la pregunta del millón. Utah Jazz: Malone (31), Russell (7), Keefe (2), Hornacek (17), Stockton (10), Anderson (5), Morris (2), Eisley (3), Carr (9). Chicago Bulls: Jordan (45), Pippen (8), Kukoc (15), Harper (8), Rodman (7), Buechler (2), Wennington (2),

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