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Tribuna
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Elogio y necesidad de una especie en extinción

Santiago Segurola

En la actual escala de valores del fútbol, el gobierno en el medio campo es un asunto secundario, si no molesto para la mayoría de los equipos. Los entrenadores privilegian la presión, la capacidad para recuperar la pelota, las transiciones rápidas, la diligencia para acudir a los rechaces. En la era del capellismo, los centrocampistas viven en condiciones cada vez más precarias. ¿Cómo se definiría a esta especie en extinción? Son jugadores que dictan los partidos desde el uso y disfrute del balón y se produce la primera disfunción con el fútbol de hoy. La pelota se trabaja, no se disfruta. El segundo problema nace de la consideración del medio campo: un lugar extremadamente peligroso para equivocarse. Si se pierde el balón, que sea en el área rival, a través de un pelotazo innoble que no ponga en peligro la defensa. Este reduccionismo les convierte en combatientes del rechace (al atacar) y en un cuerpo de blindaje (al defender).Con algunas honorables excepciones, el Ajax la más evidente, nadie quiere el balón en estos tiempos. El balón molesta, genera problemas, crea desconfianza y temor. Por eso se juega tan mal. Si Italia desprecia el fútbol en el medio campo, si España coloca a dos defensas centrales en una zona que históricamente tenían prohibida, si hasta los argentinos y brasileños salen corriendo como niños con la pelota, entonces sólo podemos temblar. Lo más curioso es que la ausencia de notables en el medio campo comienza a provocar una sensación de desamparo. Ninguna selección está más castigada en este aspecto que la española. La primera lectura del decepcionante encuentro con Nigeria fue de añoranza: por alguien que diera sentido al juego, por alguien que sirviera de referencia, por alguien que marcara los tiempos, por alguien que tuviera claridad en medio del desgobierno. Nostalgia de Guardiola sin duda. Nostalgia de un futbolista considerado como un romancero (sic) hasta hace poco por Clemente. Nostalgia de un tipo de jugador que desaparece de nuestro fútbol. Ningún especialista atraviesa tiempos peores que el medio centro español. Se decía de la ley Bosman que iba a acabar con la producción de delanteros en nuestro país, pero la devastación se ha producido en el centro. Sólo cinco españoles dirigen a sus equipos en la Liga: un interior reconvertido (Celades), un jugador al que no le alcanza para llegar a la selección (José Ignacio) y tres futbolistas mayores de 30 años: Urrutia, Alexis y Milla. Así que tenemos dos problemas y una contradicción. A Clemente no le gusta esta clase de jugadores y además no disponemos de ellos. Y sin embargo les necesitamos más que nunca.

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