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Paliza histórica de Chicago

"Nos han comido vivos. Creo que desde que estoy en este negocio no he visto nunca defender a un equipo como a Chicago hoy". Palabra de Jerry Sloan, técnico de Utah, después de que su equipo sufriese una inesperada humillación (96-54) en el tercer partido de la serie final (2-1 a favor de Chicago). En una noche aciaga, los Jazz, el mejor equipo de la temporada, colectivo de máxima fiabilidad y hasta ayer favoritos, fueron reducidos a su mínima expresión. La paliza fue de tal calibre que según avanzaban los minutos se iban batiendo récords negativos hasta llegar a una marca difícilmente superable. Los 54 puntos se convierten en la peor anotación de un equipo en un partido en toda la historia de la NBA desde que se instaló el reloj que limita la posesión en cada ataque.Jerry Sloan no exageraba. La defensa de Chicago fue perfecta. Su intensidad, eficacia e inteligencia logró convertir por una noche a Stockton en un novato hecho un manojo de nervios, a Malone en una figura decorativa desquiciada por Rodman y Pippen (le arrancó dos faltas de ataque en su jugada favorita, el contraataque) a Utah en un equipo que literalmente no sabía qué hacer con el balón. Un dato. Durante todo el partido, el número de pérdidas de balón superaba las canastas conseguidas. La producción del banquillo de Utah resultó puramente testimonial y en los rebotes las noticias no eran mejores (50 por 38).

La escabechina fue total, absoluta e inmisericorde. Comenzó exactamente en el minuto 9 del primer cuarto, justo cuando Karl Malone completaba un arranque espectacular y reinvindicativo anotando su sexto tiro consecutivo sin fallo (9-14 para Utah). Jackson ajustó su defensa con Rodman y se acabó Malone. No es que fallase como en los dos primeros partidos, sino que no tuvo ni siquiera oportunidad de lanzar (únicamente consiguió realizar 5 tiros más). Nadie acudió en su ayuda. Quitando las canastas de Malone, Utah inició el encuentro con un 1 de 18. Peor imposible.

El punto de inflexión emocional del partido llegó a falta de 2.39 para el descanso (37-29). Los Bulls se tiraron a la yugular de Utah, provocaron el primer error de Malone, le robaron la cartera a Stockton y se pusieron 14 arriba (45-31). Uno de esos tiros-lotería tan característicos de Rodman, un robo de balón y dos rebotes ofensivos (todo esto en los 7 últimos segundos de la primera parte) dejó a Utah a un empujoncito de caerse desplomada (49-31).

No es Chicago equipo que conozca la piedad, menos en una final y mucho menos si se trata de Utah. Viendo tambalearse a su adversario no paró de golperlo. Todos se apuntaron a la fiesta, con mención especial a Kukoc, cada día más integrado en el juego colectivo, y un Harper muy cerca del triple doble (8 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias). Jordan hizo su par de jugadas de anuncio de la NBA, Pippen en defensa es una máquina mortal y Rodman parece el más interesado en no tener que volver a una ciudad como Salt Lake City, a pesar de su cercanía con Las Vegas.

Con 72-45 al final del tercer cuarto, el resto fue una mera recolección de récords para Utah. Jordan no pisó cancha en todo el último cuarto y Chicago consiguió que sus 12 jugadores anotaran al menos una canasta. Con esta exhibición la final cambia claramente de dominador. Utah esta obligada a ganar el próximo miércoles si no quiere verse abocada a realizar una remontada histórica. Chicago ruge. Los campeones huelen el sexto. La leyenda quiere continuar.

Chicago: Jordan (24), Pippen (10), Kukoc (16), Kerr (6), Rodman (2), Burrel (10), Longley (8), Harper (8), Buechler (6), Brown (2), Simpkins (2), Wennigton (2). Utah: Hornacek (6), Malone (22), Russel (5), Stockton (2), Anderson (8), Ostertag (2), Morris (5), Keefe (4)

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