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Regreso desde la muerte

La 2 emite hoy "El largo camino a casa", Oscar al Mejor Documental

Rocío García

«Si sucede un milagro, sobrevivirás a este infierno. Ya eres lo bastante adulto. En el mundo hay un lugar que se llama Israel. Repite ese nombre: Israel. Ésa es nuestra patria. En ese lugar no matan a los judíos. A quien te encuentre, dile que te lleve a esa tierra, a Israel». La advertencia iba dirigida a un niño que no había cumplido ocho años. Le venía de su hermano mayor, a gritos, desde el otro lado de una alambrada en el campo de concentración de Auschwitz. Hoy, Israel Lau, así se llama ese niño, adulto desde los siete años, vive en Israel. Encontró su patria. Y como él, muchos judíos más. Tardaron tres años, los que transcurrieron entre la liberación de los campos de concentración, en la primavera de 1945, hasta la creación del Estado de Israel en 1948.Esa odisea de los judíos europeos en busca de un hogar, tras el regreso de la muerte en los campos de exterminio nazis, centra El largo camino a casa , Oscar al Mejor Documental de 1997, que emite hoy Documentos TV en La 2 (22.30) y que coincide con el 50º aniversario de la proclamación del Estado de Israel. Escrito y realizado por Mark Jonathan Harris, El largo camino a casa es una producción de Moriah Films -una división del Centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles-.

Dos horas de relato

Son dos horas de un relato de dolor y muerte, bajo la única mirada del pueblo judío. El blanco y negro es el elemento dominante de todo el documental -ya que utiliza imágenes de la época, la mayoría inéditas, sacadas de los grandes archivos mundiales de imagen y sobre todo de los archivos cinematográficos que sobre los judíos posee el cineasta Steven Spielberg-. Sólo aparece el color como contraste entre el presente y el pasado. Del brillante mercadillo de frutas y verduras y el paisaje idílico de bosques que rodean hoy Dachau, se viaja a la negritud de las alambradas y los ojos abiertos, sin fondo, de los prisioneros recién liberados del campo de concentración que acogió la población alemana. Es el comienzo de El largo camino a casa y el comienzo del horror. El primero, el de los propios soldados de los ejércitos aliados -«pocos estaban preparados para el infierno que encontraron»- y el de los prisioneros ante la mirada de sus liberadores. «Un soldado se agachó y vomitó. Les provocábamos repugnancia. Les dimos la espalda y nos alejamos de ellos», recuerda una superviviente.La victoria sobre los nazis no trajo la paz a los judíos. Finalizada la contienda, los campos siguieron existiendo. No se mataba a los judíos, pero éstos seguían encerrados tras alambradas, amontonados en barracones infectos, apenas sin ropa ni comida. «Es mejor ser un alemán vencido que un judío liberado», dice en el documental uno de los liberados. En la primavera de 1945, comenzó una nueva batalla para esos judíos que habían sobrevivido al horror de los nazis: perdonarse a sí mismos por vivir -«nos odiaban porque regresábamos desde los muertos»- y encontrar un lugar adonde ir.

El largo camino a casa narra las vicisitudes de una Europa en bancarrota y demasiado ocupada por su propia reconstrucción, en boca de muchos de sus protagonistas. El mundo tenía unas prioridades distintas a la de buscar hogar a los millones de desplazados. Los británicos se niegan a la llegada masiva de judíos a la tierra de Palestina y los norteamericanos se enzarzan en la elaboración de informes y visitas a los campos de refugiados. Mientras, los más valientes inician una huida masiva, que termina casi siempre en fracaso -de las 64 embarcaciones que intentan llegar a Palestina, sólo seis consiguieron burlar a las cañoneras británicas-.

Vencida la oposición de los más radicales, las Naciones Unidas toman cartas en el asunto y en 1947 deciden, por 33 votos a favor, 13 en contra y 3 abstenciones, la partición de Palestina en dos Estados: uno árabe y otro judío.

El largo camino a casa es muy valioso como documento, aunque le falta algo de agilidad, quizás debido a su larga duración. Termina en la fecha del 14 de mayo de 1948 y no entra en la tragedia que comenzó entonces para árabes y judíos. Sólo se recoge una frase que muestra algo de comprensión hacia la postura árabe: «¿Por qué han de pagar ellos el precio de los crímenes de Hitler?».

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