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NECROLÓGICAS

Elena Páez Ríos, bibliotecaria

El martes pasado fallecía en Madrid Elena Páez. Bibliotecaria por oposición desde 1930, cuando contaba sólo 21 años de edad, ocupó como primer y único destino la Biblioteca Nacional. Allí permaneció durante 50 años, hasta su jubilación en noviembre de 1979. En ese tiempo, doña Elena emprendió algunas de las tareas más fundamentales de esta importantísima institución cultural española. Formada durante años en la entonces llamada Sección de Estampas, bajo el magisterio de Enrique Lafuente Ferrari, comenzó con el gran historiador español la organización científica de esa sección, de la que se hizo cargo desde 1948. Miles de grabados, libros, fotografías y otros materiales que conforman una de las más ricas colecciones del patrimonio artístico español, pasaron por vez primera a depender de la jefatura de una mujer, joven además, pues había nacido en La Unión en 1909. Doña Elena Páez encabezó un espléndido equipo de mujeres (Consuelo Angulo, María Luisa Molina, Teresa Corredor y Pilar Ducay) que acometieron la modélica catalogación de uno de los fondos más ingentes y significativos de la sección: los grabados. Poco a poco fueron organizando las estampas sueltas, que en la actualidad alcanzan la cifra de 150.000 piezas, además de revisar 100.000 libros. El espectacular resultado fue la confección de aproximadamente cuatrocientas mil fichas, realizadas, por supuesto, sin auxilio de los medios informáticos. Pero estos trabajos posibilitaron, además de la investigación de estudiantes y estudiosos, la elaboración de textos tan capitales para la historia del arte, que hoy son obras de referencia obligada en bibliotecas, archivos, universidades o centros de documentación, además de todo investigador interesado por el mundo del grabado. Los catálogos más capitales son La iconografía hispana (1966-1970), cinco volúmenes donde se catalogan más de 20.000 retratos de 10.500 personajes españoles, y el Repertorio de grabados españoles en la Biblioteca Nacional (1981-1985), en cuatro volúmenes, donde se recoge la obra gráfica de 3.000 artistas que han trabajado en nuestro país. De esta monumental obra, el profesor Alfonso E. Pérez Sánchez ha dicho que «se trata de un libro que seguirá siendo citado dentro de cien años como lo ha sido en los dos últimos siglos la imprescindible obra de Ceán Bermúdez».

Capitales han sido igualmente muchas de las exposiciones organizadas por Elena Páez: Goya, Fortuny, Rembrant o Durero fueron presentados desde ángulos novedosos y, sobre todo, se mostraron los excepcionales y desconocidos fondos que atesora nuestra Biblioteca Nacional, en unos años especialmente yermos en lo cultural. Al mismo tiempo que adquiría para la Biblioteca más de diez mil grabados de contemporáneos españoles, entre los que aparecen nombres como Picasso, Tàpies, Millares o Chillida. De la intensidad intelectual y vital energía de doña Elena da fe su último trabajo, el catálogo de la exposición Los Austrias. Grabados de la Biblioteca Nacional, de 1993, donde contó, entre otros, con la colaboración de su hija, Elena Santiago Páez, actual jefa de la sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional.

Elena Páez Ríos estaba en posesión diversas distinciones, como el Lazo de Alfonso X el Sabio, y era miembro, entre otras instituciones, de la Hispanic Society de Nueva York. Pero esta mujer, memoria viva de la Biblioteca Nacional, se consideraba sobre todo una servidora de la cultura que había cumplido con la obligación que le había sido encomendada: «Se me encargó aquel trabajo; lo único que hicimos mis compañeras y yo fue hacer lo mejor posible lo que teníamos que hacer y poner al servicio de quienes en el presente y en el futuro quisieran conocerlo e investigarlo el preciso patrimonio conservado en aquella sección de la Biblioteca».

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