En el Madrid se impone el hermetismo
El Real Madrid ha decidido blindarse para combatir su preocupante situación. El hermetismo se ha apoderado de casi todo. Jupp Heynckes quiere que a partir de ahora los entrenamientos sean más privados -las dos próximas sesiones serán a puerta cerrada-, y algunos jugadores se han autoimpuesto la ley del silencio. La tensión es evidente en un vestuario cada vez más fracturado, pero la consigna es dar la menor publicidad a los problemas. Los mensajes por lo bajo no han desaparecido, y, por ahí, algunos futbolistas tildan la situación de caótica.
Jupp Heynckes, el entrenador del Madrid, se resiste a que el equipo se le vaya de las manos. El martes advirtió firmemente a la plantilla que no consentirá más críticas en público a sus decisiones, algo que empezaba a abundar tras los últimos resultados. Y ayer, en un nuevo intento de reconducir la estabilidad del grupo, tomó la determinación de encerrarse con el equipo a puerta cerrada para preparar el partido del próximo sábado frente al Racing. No quiere distracciones, ni que algunos gritos de los aficionados desaten un nuevo foco de conflicto. No es la primera vez que Heynckes busca el aislamiento para combatir los problemas del equipo.La sesión de ayer, con todo, sí fue a puertas abiertas. Y los partidos informales disputados reflejaron tensión. Los jugadores se aplicaron al máximo, transpiraron competitividad, Heynckes dio voces a diestro y siniestro, y los goles en contra se vivieron como humillaciones. La plantilla vive momentos de incertidumbre, y eso se aprecia en la actitud evasiva de Heynckes y de algunos de sus jugadores.
El técnico alemán reduce todo lo que puede sus apariciones. Otros jugadores, tal vez influidos por el serio aviso lanzado el martes por el entrenador, simplemente ya no hablan. Panucci sigue huyendo sigiloso en su Porsche, en silencio. Suker tampoco se pronuncia y remite su dictamen al partido contra el Bayer Leverkusen. Mijatovic no lo hará, según explicó un portavoz del club, hasta que su hijo mejore de su enfermedad. La derrota ante el Barcelona ha movido otra vez el suelo del vestuario. Los acontecimientos se han disparado: la necesidad de ganar todos los partidos que quedan por disputar en la Liga hará de cada uno de ellos una final.
Los madridistas no lo dicen en voz alta, pero son pesimistas. Eso confiesan en privado algunos jugadores, que denuncian iguahnente el pasotismo que se ha instalado en la plantilla. Muchos de ellos están hartos de lo que sucede en el club, de las decisiones que toma su entrenador y hasta de las deterioradas relaciones que se viven en el vestuario.
Mientras un puñado de jugadores inician un viaje de silencio, Raúl lo abandona. El delantero madridista se mostró aliviado en el primer día de su nueva era tras la catarsis de la conferencia de prensa del martes. "Me he quitado un peso de encima, y ahora espero jugar mejor", aseguró ayer al salir del vestuario.
Raúl fue el hombre más observado del entrenamiento. La multitudinaria conferencia de prensa que convocó el jugador en un hotel de Madrid para pedir perdón a su entrenador y reconciliarse con la prensa tuvo la repercusión del anuncio de un jefe de Estado. "Sólo tengo 20 anos repitió ayer el jugador, "y no se puede jugar bien con cien cosas dándome vueltas en la cabeza". Raúl repitió los argumentos que expuso entonces y proclamó su alivio.
La plantilla reaccionó de forma desigual al comportamiento de Raúl. "¿Qué conferencia de prensa?'', dijo el holandés Clarence Seedorf, haciendo creer que no tenía ni idea de las declaraciones de su compañero. Karembeu, en cambio, apoyó al delantero: "Raúl ha tenido un comportamiento muy profesional y los compañeros tenemos que apoyarle".
Por otro lado, el guardameta Santiago Cañizares anunció ayer su predisposición a fichar por algún club extranjero -tiene ofertas de Inglaterra- si no renueva finalmente su contrato con el Real Madrid.
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