Prohibido decir serpiente "multicolor"
El ciclismo español lucha contra los viejos tópicos para modernizar su imagen de cara al siglo XXI
El ciclista ha dejado de ser el legendario "forzado de la ruta"; tampoco volverá a ser el titánico "jornalero de la gloria" que corría dentro de una "serpiente multicolor". Es oficial. Casi un decreto. Sólo falta la aparición de un imaginario diccionario de lo modernamente correcto para que entre en vigor el nuevo lenguaje. A partir de ahora, el ciclista es un deportista de élite que conjuga fuerza, resistencia, potencia, velocidad, concentración y entrenamiento siempre al límite de lo humano. Y el pelotón pasará a definirse como un entramado de relaciones tácticas y estratégicas. Ésta es, al menos, la intención de las fuerzas vivas del ciclismo español -organizadores, equipos y corredores-, que, preocupadas por el descenso tras el boom Induráin, intentan modernizar la imagen del deporte más arraigado en lo ancestral para entrar bien colocados en la lucha mediática del siglo XXI.Los medios de comunicación ya han recibido el mensaje. "No se pueden seguir usando imágenes y metáforas que datan de la época del No-Do, seguir transmitiendo la idea de que el ciclismo es un deporte de alpargata", dice Víctor Cordero, secretario del Consejo del Ciclismo Profesional e impulsor de un estudio publicitario que da las claves para que el ciclismo entre en la consideración de "deporte moderno". A los periodistas se les pide también un poco de imaginación, que no piensen que su trabajo consiste en ponerles un micrófono a los ciclistas en la meta para que éstos, agotados, respondan con su primer eructo. Y todos contentos. No, se les pide a los periodistas que hagan reportajes mostrando a los equipos por dentro, que den a conocer a los deportistas -sus entrenamientos científicos, pulsómetros y demás, sus contratos, las guerras de fichajes-, que creen figuras y líderes, que se inventen una rivalidad de marcas, de países, de equipos..., que ofrezcan la opinión de técnicos, preparadores, médicos y corredores para crear polémica, y que informen de las estrategias y de las claves para que el ciclismo deje de considerarse el deporte en el que gana el más bruto para pasar a pensar que gana el más inteligente.
Las recomendaciones también alcanzan a las retransmisiones televisivas y a sus comentaristas -deben resaltar los valores de emoción y esfuerzo con un montaje show al estilo del fútbol con utilización de la última tecnología y recursos cinematográficos-, a los organizadores -buscar recorridos menos aburridos para romper con la sensación de que nunca pasa nada y de que la sorpresa es imposible- y, cómo no, a los protagonistas, a los ciclistas.
Los corredores de todo el mundo tienen un referente ideal para la tarea de modernizar su imagen en el italiano Mario Cipollini, el hombre más espectacular a la vez que más rápido. Hasta su imagen se está utilizando en el exclusivo mercado publicitario norteamericano. En su asamblea del domingo, el presidente del sindicato de ciclistas, José Luis Laguía, les expuso el asunto. "Al principio, cuando les dije que tenían que ser como Cipollini todo fueron risitas", cuenta Laguía. "Pero después lo analizaron en serio".Los ciclistas perderán la espontaneidad que para la mayoría significaba no decir nada después de una carrera, para entraren el cálculo. Escartín no podrá volver a decir que "para peinarse ya está Cipollini", sino comprarse él mismo litros de gomina. Deberán crear polémica con sus rivales, con declaraciones fuertes, aunque dentro de un límite, sin acusaciones falsas. Deberán saber contar y analizar lo que ha pasado en la etapa. Olvidarse el socorrido "hemos estado bien, hemos hecho lo que hemos podido" después de no haber podido ganar una carrera, para recurrir a acusar de chuparruedas al ganador o de trapacero a su director. También tendrán que entender de aerodinamismo, de vatios de potencia y de tests Conconi.
Y deberán luchar contra su propia federación internacional, que, en aras de la popularización del deporte, prohíbe cada año algún adelanto tecnológico de ruedas o manillares. La teoría de la UCI -"el ciclismo, deporte que debe ser popular y accesible al número más grande de personas posible, se ha hecho muy caro"- chóca así frontalmente con la realidad de un deporte en el que sus protagonistas saben que el dinero es un componente fundamental del deporte y encuentran su ingreso en millones como la cosa más natural del mundo. Y en ese mundo, en el de la lucha publicitaria, sobra "la serpiente multicolor".
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