Agassi reabre su debate
El tenista de EE UU es el 122º del mundo y disputa 'challengers'
Volver a empezar nunca resulta fácil. Algunos grandes atletas que lo han intentado han fracasado estrepitosamente. Sin embargo, para el estadounidense Andre Agassi ésta no será la primera vez. Y en la anterior, en 1994, tras una caída en la clasificación hasta el trigésimo puesto, logró regresar a la élite sin grandes dificultades. Esta vez la situación es más dramática. Desde que el jugador de Las Vegas se casó con la actriz Brooke Shields el pasado mes de abril, pareció olvidarse de que era un tenista profesional, aparcó su preparación física y técnica, y se dedicó a vivir con intensidad su idilio. Las consecuencias fueron nefastas: pasó en blanco por 1997 y su clasificación se situó alrededor del 140º mundial.Para un tenista que ha sido número uno del mundo (en abril de 1995) y que ha ganado tres títulos del Grand Slam (Wimbledon-92, Open de EE UU-94 y Open de Australia-95), no es agradable verse luchando en torneos challenger -de ínfima categoría- con el único fin de mejorar su clasificación. El anunciado duelo de la década que debía protagonizar junto a Pete Sampral ha quedado aparcado por el momento y es muy probable que ya nunca más vuelva a producirse. A sus 27 años, Agassi ha ganado esta temporada 375 puntos en los 14 torneos que ha disputado, mientras que Sampras, número uno mundial, ha alcanzado 4.547 en 18 torneos.
Es un balance frustrante deportivamente que, no obstante, no le ha impedido mantener un excelente nivel de ingresos. Agassi constituye el caso más escandaloso de la famosa lista de Forbes -ranking de ingresos anuales-, puesto que sus ingresos deportivos fueron sólo de 15 millones de pesetas, pero en publicidad alcanzó los 2. 100 millones, gracias en gran parte a sus contratos con Nike y Pepsi-Cola. Eso le permitió ocupar el 16º puesto en la lista de los 40 de Forbes, muy inferior al 7º lugar de que disfrutó en 1996. Ahora el debate de Agassi vuelve a ser consigo mismo. Lo suyo no es evidentemente un problema económico, ni siquiera deportivo. Es fundamentalmente una cuestión personal: debe demostrarse que es capaz de regresar a la élite si se lo propone. Y parece que sí se lo ha propuesto.
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