El Oviedo da el golpe de gracia al Sporting
Los gijoneses firman el peor inicio de Liga de la historia
Perder contra el Oviedo siempre es grave para el Sporting, pero lo de ayer pudo ser aún peor. El 1-2, un resultado estadísticamente correcto, puede suponer el golpe de gracia para el equipo gijonés. Un punto en diez jornadas y la impresión de que este Sporting no puede ganar a nadie en la Liga de las estrellas es la dura realidad para los gijoneses. Ayer el Sporting estuvo más cerca que nunca de romper su mala racha, pero dos errores defensivos dieron los puntos a un Oviedo tan oscuro como eficaz.Con un año de retraso, el Oviedo recogió los frutos de aquel gran partido disputado en El Molinón, que acabó 0-0 por la gracia de Dios y de Losantos Omar. Aquel Oviedo de Lillo daba gusto verlo, pero le faltó siempre un plus para transformar su fútbol en algo contable. El de Tabárez, al menos por lo visto ayer, es todo lo contrario: dos tiros a puerta, dos goles y tres puntos al bote.
Maceda tiró por la calle del medio con una alineación autóctona, que condenó al banquillo a Lediakhov, Tcherishev y Kucharski. En un primer momento, la apuesta salió bien. Durante el primer tiempo se vio el mejor Sporting de la temporada, con un punto racial que le venía muy bien al clásico. El Sporting marcó el ritmo del partido y sus hombres pusieron en cada disputa un poco más que sus rivales.
El gol de Bango fue la recompensa a esa salida furiosa y la afición gijonesa creyó ver la luz al Final del túnel. Pero no tardó en llegar la primera concesión defensiva, que permitió al Oviedo empatar, pese a que seguía siendo un equipo parado. Hasta el descanso, el Sporting siguió imponiendo su estilo. Pompei, Onopko y Paulo Bento estaban sobrepasados por el despliegue físico de la muchachada rojiblanca. Pero el dominio local sólo sirvió para confirmar las malas relaciones de Kaiku con el gol.
El descanso frenó los ímpetus del Sporting y afianzó al Oviedo. Los azules se convencieron de que les bastaría mantener su estilo conservador y esperar una nueva concesión de un rival lleno de urgencias. El fallo no tardó en llegar y fue aprovechado por Pompei, que tuvo el temple suficiente para concederle el gol a Dely Valdés.
Ese sí fue un golpe mortal para el Sporting, que ya no supo qué hacer con su entusiasmo. El Oviedo se encerró aún más en su caparazón y esperó que pasaran los minutos. Tuvo algún fallo defensivo, pero el Sporting, pese a estar plagado de delanteros, ofreció toda la ineficacia que le arrastra irremediablemente hacia la Segunda División.
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