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TOUR DE FRANCIA 97

Ullrich se pone la corona en los Pirineos

El alemán gana la etapa y se coloca líder indiscutible- Olano, vuelve a sufrir, pero se mantiene en el podio

Luis Gómez

Desde que Miguel Induráin diera sus primeras muestras de debilidad hace ahora un año, la gente del ciclismo rastreó en el escalafón y apuntó al margen el nombre de Ullrich. Tenía a su favor una exultante juventud y una pasmosa resistencia ante las durezas de esta carrera inigualable, Entraba en escena como un prodigio prematuro, hecho que admitía la comparación con Anquetil, Merckx o Hinault. En el ciclismo, 23 años siguen siendo una edad mágica, un guarismo que excita inmediata mente la imaginación. Un año después de aquellas impresiones preliminares, un día después de haberse comprobado sobre el Tourmalet quién era el hombre fuerte,Jan Ullrich viste de amarillo. Y tiene 23 años. Después de casi ocho horas bajo el calor de los Pirineos, Ullrich ha sentenciado el Tour.Llegó la hora de la verdad. Queda mucho por delante y no queda nada. Ullrich tenía en su mano las mejores cartas. Se veía venir y esperó lo justo, lo necesario para que dentro del cuartel general, en la noche del lunes, no hiciera falta hablar demasiado. Godefroot tenía razón, como la han tenido aquellos hombres que conocen los principios por los que se mueve esta carrera. No hacía falta que Rii y Ullrich discutieran para alimento de la prensa. Había que superar un examen: cinco puertos, 250 kilómetros, ocho horas de travesía por los Pirineos. Decidió la carrera. Riis no puede reprocharle nada.

Ullrich atacó a diez kilómetros de la meta, tras haber madurado a todo el pelotón, tras haber permitido que cada cual buscara reflugio donde le viniera en gana. Fue absolutamente flexible con todos.Perco llegó un momento en el que entendió que le tocaba hablar a él. Se fue y nadie más volvió a verle. Nadie pudo hacerle réplica. La imagen de Virenque era significativa: todo el ruido que había hecho se transformó a continuación en un largo silencio. Cada pedalada de Ullrich era una forma de interpretar cómo se le iba alejando la victoria.

Ullrich dio uno de esos golpes certeros que admiran a los estrategas, el tipo de maniobra que une eficacia con economía, el golpe de autoridad que obliga a sus rivales a inclinar la cabeza. Ullrich tiene el Tour en su mano. No, necesita más golpes. No necesita mover la carrera. La victoria puede caer de su lado con el mero transcurso de los días.

Detrás de Ullrich, como corresponde a uno de esos momentos definitivos, reina la confusión. En la confusión vive Abraham Olano con quien los aficionados españoles deberán renegociar un contrato para establecer los nuevos niveles de convivencia. Olano no es Induráin. Tampoco es Delgado. No nos sirven esos patrones de medida. La relación de Olano con la montaña, es de mero sufrimiento. Deberemos entenderlo así so pena de caer en un estado de frustración que conduzca a conclusiones precipitadas por injustas. Si Olano se manejó a la sombra. de Induráin, quizás- tenga ahora que saber ubicarse tras la aureola de Ullrich. Como hizo ayer, negociando su debilidad, calculando las pérdidas.

Olano no ha perdido su Tour porque nadie excepto Ullrich sabe donde está su verdadero puesto en la general. En caliente, nadie discute al joven alemán, nadie es capaz de poner sobre la mesa un rival que le conteste . Dada esta situación, hay una carrera para Ullrich y otra para los demás. En esa está Olano, con la calculadora en la mano.

Viendo la general después de lo sucedido en la etapa tiende a considerarse que el tercer puesto de Olano es un mero espejismo. En ningún momento se le vio en disposición de acompañar a los mejores y su jornada semejó una insufrible peregrinación descolgándose en cada cuesta y recuperando en cada descenso. Un hombre que pierde casi dos minutos a mitad de etapa no parece que pueda estar en el examen final de la jornada. Arriba estaban Ullrich, Virenque, Riis, Jiménez, Escartín, Luttenberger, Pantani, Dufaux, entre otros. Pero nunca Olano. Olano viajó siempre en el vagón de los perdedores. Ahora bien, no perdió, como se entiende perder en el Tour. Léase lo sucedido a Jalabert, que anduvo en funciones de exhíbicionista para perder más de 20 minutos.

La actuación de Olano produce un curioso efecto óptico. Es tercero en la general y parece increible. Se queda rezagado a las primeras de cambio, pero no acaba de perderse en las profundidades. Su actuación tuvo el mérito de la infinita, paciencia y también el de una soberana capacidad de sufrimiento. Olano perdió casi cuatro minutos respecto a Uirich, algo menos de tres respecto a Virenque y 20 segundos con Riis. Está aunque parece que no está. Démosle tiempo porque se lo merece y aprendamos a sufrir de nuevo.

Quedan, 11 etapas hasta París, pero ayer se celebró la llegada de Ullrich como el advenimiento de un nuevo líder de ciclismo mundial. Había que observar a los especialistas dando el último toque a la breve biografía de este joven muchacho alemán, actualizando algunos datos si acaso, como quien eleva una sentencia a definitiva. El Tour es largo, a veces cambiante, pero hay acontecimientos excepcionales que despejan de un plumazo todas las dudas. Ayer se produjo uno de esos casos unánimes: este Tour es de Ullrich.

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