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Saqueos y muerte en las calles de Brazzaville

El miedo es libre, y el embajador ruso en Brazzaville, la capital de Congo, conoce el suyo. Camisa blanca, corbata y chaqueta negras, Nikolái Sizykh encabeza el grupo de compatriotas que avanza conteniendo el aliento hacia el aeroclub de Brazzaville, arropado por una escolta de legionarios franceses armados hasta los dientes. Es el último tramo de la Operacion Pelícano, cuando los extranjeros rescatados de una ciudad en abierta descomposición son llevados hasta la escalerilla del avión que les llevará a Libreville, capital de Gabón, lejos de Brazzaville, que los saqueos y violaciones masivas del alto el fuego han convertido en una ciudad fantasma, con decenas de cadáveres en las calles. Pero Sizykh, un siberiano de 60 años, que vive la cuarta evacuación en su carrera, ha decidido quedarse al frente de su legación a pesar de encontrarse en la misma línea de fuego entre las milicias cobra del ex presidente Denis Sassou N'Guesso y el Ejército del presidente Pascal Lissouba.

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