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BALONCESTO. SEMIFINALES DE LA LIGA ACB

Esquizofrenia en el palacio

El Madrid ganó su segundo encuentro a un Joventut que estuvo a punto de remontar

A mitad del segundo asalto, andaba la semifinal moribunda. El Madrid abusaba de un desconocido Joventut, contaba con un partido ganado y 21 puntos de ventaja en el segundo, sintiéndose con pie y medio en la final de la Liga. No era para menos. Arrasaba en la cancha y en las gradas, y el Joventut estaba groggy. Pero para eso están las perogrulladas. Y la más grande dice que los partidos duran cuarenta minutos. El Madrid pensó que el encuentro había acabado cuando se retiró en olor a multitudes a descansar con un marcador soñado (47-28). Ése fue su error. Al Joventut, en cambio, le faltaron un par de ellos más.El Joventut traicionó sus principios y en el pecado lleva la penitencia. Los verdinegros han recuperado su papel dentro del baloncesto español de la mano de Alfred Julbe, que en sólo una temporada ha logrado conjuntar un equipo y dotarle de unas señas de identidad muy cercanas a sus preferencias baloncestísticas ya apuntadas en anteriores equipos por él dirigidos. Gusta el técnico catalán del juego rápido y valiente, alegre y despreocupado, veloz y atrevido. En defensa intenta que en la variación esté el gusto, alternando defensas, algunas de ellas rara avis como la zona 1-3-1. Con estos fundamentos han llegado a ser campeones de Copa. Pero al parecer, la convicción en estas interesantes armas se esfumó con la derrota del sábado.

Sorprendentemente, en un segundo asalto casi definitivo para sus intereses, compareció en el Palacio un Joventut inoperante. Durante muchos minutos, demasiados, se comportó de forma temerosa, sin ninguna intensidad ni en ataque ni mucho menos en defensa. Baste decir que en la primera mitad, cuando se decidió el encuentro, su hombre más activo fue Espinosa, quintaesencia de la voluntad pero también del desorden.

La falta de solidez del Joventut en el primer tiempo obró milagros en el Real Madrid. Jugaron a sus anchas los blancos, adueñándose de las supuestas virtudes de sus adversarios, como las fulgurantes transiciones, apuntalándolas con una actitud defensiva meritoria. Empezando por Santos, otra vez en el quinteto inicial con la misión de obstaculizar a Turner. Esta Vez lo consiguió, hasta sacar de sus casillas al norteamericano, que no dio pie con bola en toda la primera mitad, hasta el extremo de no anotar ni un punto.

El partido estaba decidido cuando sólo el descanso logró parar la exhibición madridista. Quedaba por saber si en el segundo acto prevalecería la ambición blanca o bien el orgullo verdinegro hacía su aparición. Ocurrió lo segundo. El Madrid se dejó en el vestuario el 90% (siendo generosos) de su concentración, Turner volvió a la vida, Sanmartín le echó una mano, e incluso un cansado Beard vio abrirse el cielo cuando su equipo rebajó la psicológica barrera de los 10 puntos (66-57, minuto 32). Al Madrid le entró el miedo en el cuerpo, y mientras decidía si lo que le estaba ocurriendo era real o simplemente un mal sueño, el Joventut se colocó en disposición de lograr la victoria (75-72, minuto 37).

Si al final fue el Madrid el que sonrió fue debido a que en su numerosa plantilla cuenta con un jugador extraordinario, un palmo por encima del resto. Herreros. Alberto ha ido adquiriendo protagonismo paulatinamente en el transcurrir de la temporada, al mismo tiempo. que lo va perdiendo Bodiroga. Con empate a 80 y 80 segundos por jugar, se sacó de la manga un escalofriante triple seguido de dos tiros libres que ahuyentaron fantasmas de forma definitiva. Es lo que diferencia a los buenos de los mejores.

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