Resucita el Barça
Tres goles de Luis Enrique y uno de Ronaldo marcaron la remontada azulgrana ante el Betis
La grandeza del fútbol. Un equipo batido y abatido resurgió tras el descanso gracias a un gol en los minutos de descuento del primer tiempo. Un equipo que era dueño y señor de la situación sufrió su tercera derrota en su estadio. Nada en fútbol está escrito Ronaldo convirtió la fiesta en un funeral. Y Luis Enrique le llevó las flores al finado. Todo empezó propicio para el Betis. La revolución en un minuto. Ya no es noticia. Que la izquierda de Jarni ponga en un pañuelo la cabeza de la Liga no es noticia. Dos goles del croata pusieron el Villamarín boca abajo. Dos goles de Raúl y dos de Jarni. Al Barça lo iban acorralando de dos en dos, como en el minué.Luis Enrique aguaba el descanso de los béticos y convertía en una agonía los últimos minutos de los verdiblancos. Y el asturiano se pone con diez goles en la Liga. El admirador de Cruyff frente al dilapidador de su herencia. Serra frente a Robson. El Betis, al asalto de la fortaleza blaugrana.
El Betis había formado un triángulo letal en el lateral de Ferrer. Jarni, Alfonso y Pier abrían y cerraban espacios. Tres saques de esquina consecutivos. La primera intervención de Ronaldo fue una falta a Merino. El estado del terreno de juego no le era propicio. La labor del creador es destruir al contrario. Del metafórico asesinato como una de las bellas artes.
Amunike se pegó a Finidi. Bobby Robson debe de pensar que los intérpretes complican los mensajes. Jarni y Sergi ponían en marcha un acordeón de sube y baja mientras que Ferrer y Jaime jugaban más el papel de laterales clásicos. El principal adversario no era Ronaldo ni Alfonso, Figo ni Finidi, mucho menos Giovanni que estaba en el banquillo. El principal riesgo procedía del agua acumulada en la hierba. Todos los jugadores cruzando el charco.
El primer gol de Luis Enrique tuvo efectos balsámicos. Mitigaba la debacle y ponía un puente asequible para la remontada. La segunda parte era como un partido de vuelta. Apareció Ronaldo. Un segundo invirtió en cambiar la historia del partido. Recibió un balón y desde treinta metros la puso donde nunca llegaría Prats.
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