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FÚTBOL DECIMONOVENA JORNADA DE LIGA

El Atlético vive en estado de gol

Los rojiblancos, con más tantos que juego, agravan los problemas del Zaragoza

Anda el Atlético metido en un periodo de gol asustante, capaz de desacreditar el más concienzudo tratado de estadística y probabilidades. Últimamente, con los rojiblancos no vale medir el número de remates a puerta, ni la posesión de balón, ni la calidad del juego. El Atlético ha reducido al máximo las variables que influyen en un partido. Sólo procesa goles. En Almendralejo, le sucedió algo de eso. Y ayer, ante el Zaragoza, volvió a repetir fórmula: mal juego, escasas ocasiones y poco contacto con el balón. Pero a cambio propuso la más efectiva de las respuestas: gol, gol y gol.Cuando el equipo se marchó a la ducha en el descanso, tras 45 minutos gobernados por el Zaragoza, el marcador lucía un desconcertante 3-0. La pelota había sido del Zaragoza casi en exclusiva; las oportunidades habían caído fundamentalmente del lado visitante, abortadas unas veces por la mala puntería y otras, por la impagable seguridad de Molina; el Atlético no se encontraba a sí mismo por ningún lado, y eso que Antic no se cansaba de revolver de un lado a otro a sus jugadores en busca de la combinación salvadora (pasó a Paunovic, que empezó por la derecha, a la izquierda; a Vizcaíno, que se movía por el centro, a la derecha, y a Bejbl, que ocupó la izquierda tras la lesión de Caminero, al centro); las entradas duras empezaban a aparecer por el bando rojiblanco como arma de supervivencia, y la gente del Calderón bostezaba, o, a veces, se entretenía con las dificultades que para dirigir el portacamillas se encontraba la chica que lo conducía... Todo jugaba contra el Atlético. Todo, menos el gol, su gran aliado.

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Alarma por Caminero

Antes de cumplirse el primer minuto llegó el primero, con el sello inconfundible de Caminero y su privilegiada sangre fría dentro del área. Bajó con el pecho una olla que le llegó desde la derecha, su toque de distinción, aguantó una tarascada y colocó la pelota en la red. Caminero suavizó el partido para su equipo y, sin saberlo, alcanzó probablemente una marca histórica: se lesionó (¡qué fragilidad la de este futbolista!) y no volvió a tocar la pelota.O sea, un balón, un gol. La ausencia de Caminero la acusó el Atlético y la aprovechó el Zaragoza para adueñarse de la contienda. Espárrago había vuelto a revolucionar su equipo, con nombres nuevos, sistema nuevo y actitud nueva. El Zaragoza jugaba a tocar la pelota y a buscar la puerta contraria con más empeño que la protección de la propia. La medida le valió para meter en complicaciones al Atlético, pero no le redimió. Al contrario, reforzó sus ya numerosos problemas clasificatorios. Los goles del Atlético le fueron castigando de mala manera. En los momentos de mayores apuros rojiblancos, Paunovic, un nuevo producto Antic que promete, se estrenó como goleador. Y después, Kiko compensó su desastrosa primera mitad con un gol de sombrero.

Con el marcador tan de cara, la cita resuelta y el Zaragoza ya rendido, el Atlético subió de nota en la segunda parte. Se reencontró con su afición, con la pelota y con el juego, y engordó su goleada. El Zaragoza vio al fin puerta, pero los inmediatos tantos de Kiko y Esnáider apagaron enseguida cualquier esperanza de remontada. El gol de Higuera llegó tras un despiste de Prodan, que tuvo un debú en el Calderón más bien discreto. Se mostró el rumano poderoso en el juego aéreo, pero evidenció cierta dureza y, sobre todo, una comprensible falta de entendimiento y sincronización con sus compañeros de zaga .Peor fue el estreno de Konrad, el guardameta austriaco que ha incorporado el Zaragoza para huir del pozo de la tabla: una versión no demasiado exagerada diría que le tiraron a puerta cinco veces y le marcaron cinco goles. Su disculpa es el Atlético, que ha empezado el año en estado de gol.

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