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Tribuna
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Pirata de agua dulce

Ni una palabra sobre sus gustos personales. Nada sobre su. formación académica. Silencio absoluto en cuanto a sus horas de insomnio. únicamente diré que El Roto es un agente secreto cuyo objetivo se centra en la desmoralización de Occidente.Y en caso contrario, me doy de baja. Veamos: este salteador de caminos -a la derecha de estas líneas- no tiene licencia para matar, cierto, pero sólo es cuestión de tiempo que acabe con una en el morral. Será entonces cuando sepamos si procede a la aniquilación- del planeta, o bien, debido al cansancio acumulado, se conforma con seguir hundiendo a los lectores cada mañana.

. Como es sabido, El Roto es un abrasivo natural sin antídotos conocidos. Un tipo bien preparado. Un profesional de la espeleología con tres poderes inquietantes: su virulencia, sus inmensas ojeras y su lamparilla de carburo. Nunca va armado, pero su palidez indica que se halla emparentado con el mundo de las cábalas.

Habita, pues, en el subsuelo, aunque ello no le impide salir cada noche a tomar un par de notas. Sólo unos segundos, ya que los claros de luna parecen malograr su soledad de modo irreversible.

Todo es confuso en este elemento. Todo en él conduce al desorden. Todo lleva a pensar que carece de idioma. Y no es de extrañar que la calle le trate a distancia: dicen por ahí que ha suscrito un protocolo de hermandad con las brujas y el apunte, desde luego, no deja de preocupar a este investigador.

Será cosa, pues, de moverse con cautela. Aunque sin caer en el pánico. De hecho, una vez digerida su obra, no cabe referirse a él como un sujeto árido o artero. Quia. Lo suyo es material doliente, pesadumbre, tristeza al bies; y un poco de impiedad. Ignoro a ciencia cierta, sin embargo, si sería lícito definirle como un pirata de río. Sospecho que sí, ya que esta ocupación implica un punto justiciero y algo de eso, en efecto, existe en El Roto. Dudas, en fin, interminables, que enredan hasta el infinito la investigación.

Se supone que él dibuja en negro, pero a mi, como daltoniano, no puede engañarme. En atención al lector, no obstante, ocultaré el verdadero color que utiliza y en cambio sí haré una revelación de tipo más íntimo: "El Roto" no es un alias o una declaración de principios. Ni siquiera un sentimiento. Es más bien un acertijo que se quedó sin solución antes de ser imaginado. Como le pasa a la realidad virtual. Que no es, pero lo parece; y así todo, está. Ver para creer: la pena, la verdad y la esperanza en connivencia, las tres unidas y entregadas a un arrebato lésbico de pureza singular. Y no es una celada.Compilemos, por tanto: ¿es El Roto un depravado? ¿Un canalla? ¿Un apache? ¿La Masa? Nada de eso. Es orujo peleón, viento en el desierto, un autillo que prefiere no aguardar la primavera para posarse en los tejados. Y también algo más: un empecinado, un faltón, un broncas, un maldito pendenciero dispuesto a todo. Esto es: un individuo peligroso.

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En consecuencia, hay mucho timorato que, simplemente, ignora la parte superior derecha de esta página y lee las tribunas y las cartas al director con una mano abierta sobre las cejas, a modo de visera, para prevenir accidentes. Los demás, mientras tanto, soliviantados, a tragar, a empapar el lacrimal. Y aun entre los supervivientes, se dan desacuerdos. "¿Por qué nos haces esto?", gimotean algunos cada mañana. "Carajo", resumen otros. "Que ni respiren", concluimos los más duros'.

Dice el refrán: "Más vale pájaro volando, que ciento en la mano"; y si no lo dice, está equivocado. Algo así me pasa a mí con el señor Roto, a quien supongo muy bien dotado, místicamente hablando, a quien deseo que no gane mucho dinero, a quien auguro dificultades debido a su ingente caudal de pericia y a quien reto en voz alta al ajedrez, por más que los tumores le describan como un verdadero diablo manejando los alfiles. He dicho.

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