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Alarma sobre la salud de Carolina

La princesa de Mónaco está totalmente calva y su hermana Estefanía baraja el divorcio

La saga de los Mónaco vivió ayer un nuevo capítulo amargo con la publicación, en el semanario italiano Oggi, y coincidiendo con el 14º aniversario de la muerte de la princesa Grace, de unas fotografías de Carolina completamente calva y con los súbditos, es de suponer, en un ¡ay! La revista aseguraba que las fotos estaban hechas en la casa de Saint-Rémy, en Provenza, y en ellas la que se suponía que podía sacar al Principado de su carencia de primera dama aparecía extremadamente- delgada, sin maquillaje ni más joya que un diminuto pendiente de oro, en compañía de sus hijos, una amiga y el príncipe Ernst August von Hannover, que se ha separado de su señora, Chantal, y parece que alegra el ojo con frecuencia a la mayor de las Grimaldi.Tanto la revista como el diario Corriere della Sera, que recogía la información en media página, aludían a que la pérdida total del cabello por parte de Carolina podía deberse o a un agotamiento nervioso -motivos no le faltan con los sustos que le da la familia, entre el corazón de papá Raniero, la cornamenta de Estefanía y el campeón olímpico de Alberto- o a lo que llamaban "un mal oscuro", hipótesis que explicaría la calvicie como consecuencia de la quimioterapia. Oggi descartaba unas simples psoriasis o tiña.

Carolina aparecía también en la revista llevando al cole a sus hijos con un sombrero que dejaba ver su nuca pelada. En el último número de otro semanario, Gente, puede vérsela en compañía del mismo príncipe de Hannover, que parece que se está portando como un jabato, tocada con un turbante a lo Lawrence de Arabia, que la publicación, poco suspicaz y seguramente ajena a la alopecia que Oggi califica de exclusiva mundial, achaca al deseo de la mayor de Raniero de protegerse del sol.

Al mismo tiempo, y mientras se sigue especulando sobre las intenciones de su padre de tirar la toalla reinante, venían a dar más marcha al Principado las declaraciones a Nice-matin, de Thierry Lacoste, abogado parisino de Stefi y, hasta ahora, también de su aún marido Daniel Ducruet, quien decía que estaba cocinándoles un proceso de divorcio. Lacoste, teniendo muy claro quién paga, pero muy poco nítido con lo fácilmente que puede lograr Daniel mandarle a los marselleses si se pone tonto, explicaba que, pese a ser letrado de los dos, si la separación no se hacía de forma amistosa, él se quedaría con la princesa y añadía que próximamente pensaba organizar un encuentro entre ambos en Mónaco para el caso de que todavía quisieran ponerse de acuerdo por aquello de los niños. Niños que, por cierto, no tienen la culpa de que a mamá le fuera la marcha de su ex guardaespaldas y de que papá haya sido siempre un hortera.

Los Mónaco que, como es obvio, andan bastante soliviantados, especialmente desde la publicación de las fotos en las que Ducruet, que nunca dio buena espina a Raniero, dejaba en mantillas el Decameron de Bocaccio, con una bailarina de strip-tease llamada Fili Houteman, y sus hazañas de tarzán desbocado eran ampliamente inmortalizadas, no ganan para disgustos, que a este paso van a acabar con el príncipe reinando sin que tenga que abdicar o sin que le dé tiempo a hacerlo.

Y mientras se asegura que habría sido Fili quien preparó la encerrona para vender a precio de oro las fotos con el marido traidor, y se dice que Daniel le ha jurado que, si se descubre que es culpa de ella, hará que se arrepienta, la ya famosa chica de cabaré hace declaraciones sobre cuán aterrorizada, vive a raíz de sus documentados contorsionismos erótico-balneares con Ducruet, afirma que el marido de Estefanía la buscó y le dijo que la amaba, y que ella no sabía que era un chico casado, y casado con tal alcurnia; reitera que se vieron más de una vez y pide a la princesa que, tal y como están las cosas, cierre un ojo y se lo quede como única vía para que ella recobre la tranquilidad y deje de recibir amenazas de muerte.

A Mónaco, el castillo reinante más rentable para las revistas del corazón, con la Mafia sentando sus reales en el casino de forma más o menos abierta y la primera familia del cuento de hadas, del que en 1997 celebra 700 años, con la tienda un poco revuelta, le faltaba una enfermedad de Carolina. Las fotos están ahí, sea cual sea la causa de la imagen de la princesa. Si tiene algo o sólo va de moderna, se sabrá próximamente.

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