Del podio ni hablar
Teresa Zabell y Begoña Via Dufresne, en 470, huyen de su condición de grandes favoritas al oro
¿Por qué voy a confiarme?" "¿Alguien se imaginaba que Miguel Induráin tendría que luchar en el Tour de Francia lejos de los puestos de cabeza?". Teresa Zabell tiene una frase preferida: "Ganaremos si las demás nos dejan". Quizás sea ese el secreto que ha permitido a esta malagueña, de 31 años, tan perfeccionista que se ha hecho un barco a medida, ser campeona olímpica en Barcelona y pentacampeona del mundo en la clase 470 de vela. La pareja formada por Zabell y Begoña Via-Dufresne es una de las opciones más sólidas a medalla de toda la expedición española. Han ganado tres mundiales juntas y en el último arrasaron: vencieron en las cinco regatas que conformaron el último título del mundo. Pero, ni Teresa, ni Begoña quieren hablar del podio olímpico, menos aún del oro."Yo estoy tranquila. No cambiaría nada de lo que he hecho", dice Teresa mientras apura una ensalada de espinacas y fresas. "Sino gano, pensaré que esto, al fin y al cabo, es un deporte".
Begoña, en una rapídisima y estilizada posición, se coloca sobre el barco, Con el cuerpo hacia atrás, en el aire, para equilibrar el juego de tres velas mientras Teresa conduce el timón. La pareja está recorriendo el mismo itinerario de regatas que tendrá que trazar en sólo unas horas. Hoy es un día tranquilo: el viento es moderado, el sol no abrasa, pero la temperatura supera los 35 grados. Unos trajes azules y amarillos, ceñidos por todo el cuerpo, que estrenan, les ayudará a protegerse del sol.
Zabell y su tripulante, hermana de Natalia, plata en los Juegos de Barcelona, llevan dos meses preparándose en las aguas de Savannah. Su jornada es dura. Primero tienen que navegar unos 30 minutos en la zodiac para salvar la marisma de un río y alcanzar el Dail Marina, un puerto de quita y pon construido por la organización y que fue evacuado tras la influencia del huracán Bertha.
Tras las cuatro horas de entrenamiento en el mar, son ellas mismas, como el resto de sus compañeros de equipo, las que limpian con mangueras su barco y lo cubren con mimo con finas lonas. Y luego vuelta a casa, soportando las impertinencias de la policía marítima que les impide hacer adelantamientos.
Esta zona está considerada un área ecológica por la presencia de pelícanos, flamencos, marines -una especie de focas que ellas nunca han visto- y delfines a quienes sí han visto y dan de comer las sobras del pescador el pueblo- y unos mosquitos que surgen de unas sucias riberas y que sienten una nada desdeñable avidez por picar a los humanos.
La fama de brillante de Zabell es equiparable a la de rebelde. Dice que el presidente de la Federación de Vela le comentó hace días en Savannah que tras los Juegos revelaría cuánto ha costado a España su medalla.
Enfrentada desde hace tiempo con la Federación de Vela, Teresa, que aboga para profesionalizar y popularizar este deporte, *recibe, además de la ayuda ADO, 10 millones de patrocinadores priva imposibilidad de poder recambiar entre la regata y regata se disputan dos al día, con media hora de descanso cualquier material. Cansadas ya de la vida de Estados Unidos se han traído de España su propio aceite de oliva y el Rioja.
La pareja ha estudiado al milímetro el recorrido, calibrados sus miedos y sus posibilidades: la inestabilidad del tiempo, el calor, las penalizaciones de los árbitros -superar una línea imaginaria implica quedar el último y sumar 32 puntos negativos, uno por cada barco participante- y la imposibilidad de poder recambiar entre la regata y regata -se disputan dos al día, con media hora de descanso- cualquier material. Ahora sólo les falta el oro.
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