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TOUR 96

El pelotón llega tarde a la meta

La velocidad media del Tour ha bajado: viento en contra y exceso de control de los equipos son las principales causas

El Tour caminaba despacio, sin sobresaltos, sin escapadas, sin otra disputa aparente que el duelo de sprinters. Lo preocupante era la velocidad media, muy por debajo de los 40 kilómetros a la hora, y la ausencia de emoción. Ayer la carrera vivió su primera gran escapada, pero la coincidencia es general: se corre con viento en contra y hay ocho equipos demasiado interesados en que nada pase hasta el sábado próximo. Cuando una carrera se vuelve tan rematadamente ortodoxa, el espectador tiende a considerar que se le está hurtando una parte del espectáculo. No hay ataques porque los corredores no quieren, no van más deprisa porque están dejando pasar los días, sólo tienen éxito las escapadas (como la de ayer) consentidas: total el Gan no hizo otra cosa que cambiarle el apellido a su líder (de Moncassin a Heulot). "A mí no me molesta este ritmo, todo lo contrario", dice con ironía Rominger, "supongo que, además, les gustará más a los patrocinadores: se nos ve mejor, se distinguen nuestros maillots y salimos durante más tiempo por televisión".La situación no es tan criticable como parece. El Tour va lento y tiene su explicación. No hay pacto encubierto ni huelga de brazos caídos. De pronto, una carrera entra en un estado de parálisis por la influencia de varios factores. No hay equilibrio. Simplemente, se impone la fuerza de una minoría. Hay ocho equipos que están de acuerdo, los que tienen sprinters (Saeco, TVM, Telekom y Gan) y los que tienen aspirantes a la victoria final (Banesto, ONCE, Mapei y Gewiss). No han hablado, no han sellado ningún pacto. Restan 14 que parecen cruzados de brazos, incapaces de poner sus fichas en el tablero. Y en realidad andan desesperados. "La organización tiene parte de culpa: han diseñado etapas excesivamente llanas, han puesto bonificaciones en el recorrido y han quitado la contrarreloj, así que han hecho coincidir los intereses de unos equipos y de otros, y son equipos muy fuertes. A eso hay que añadir que durante las tres primeras etapas ha habido un fuerte viento en contra". Lo dice el sabio Ferreti, director del MG, un equipo que sólo, tiene un objetivo: cazar etapas a la vieja usanza, sin utilizar el sprint.

Sobre la actitud de la ONCE, Ferreti tiene sus dudas: "Está claro que Jalabert ya no disputa las bonificaciones y eso quiere decir algo, que piensa en algo más importante, pero la ONCE no puede limitarse sólo a esperar. Tiene dos líderes, vale, pero sólo les será útil si van de acuerdo y eso es muy difícil".

Theo De Rooy, director del equipo holandés Rabobank, es otro de los afectados. No tiene sprinters y busca cada jornada su oportunidad. Ha lanzado a la aventura a casi todo el equipo: se ha visto a Sorensen, a Nelissen, a Van Bon, algún intento de Breuklnk y al propio Ekimov, pero no han podido con la fuerza de los sprinters. "Pregúntele a los corredores por qué van despacio. Creo que es por culpa del viento. En esas circunstancias, no hay terreno para las escapadas. Lo seguiremos intentando". Lo mismo dice Pietro Algeri, del Panaria: "Quizás hoy (por ayer) en un terreno más ondulado podamos tener alguna oportunidad. Mientras tanto, la carrera está bajo control". "Demasiado viento en contra, miedo a las caídas y el trabajo de los equipos con sprinters". Así resume la situación Claudio Chiapucci.

"La falta de una contrarreloj por equipos ha puesto a los corredores más cerca unos de otros en la general. Hay viento en contra y los equipos con sprinters son muy fuertes. En esas circunstancias es imposible atacar", añade Manolo Saiz, del ONCE. "Hay mucha gente interesada en que la carrera vaya así", apunta Eusebio Unzúe, del Banesto, que lanza una pequeña piedra a sus colegas de la ONCE: "Es innegable que influye el cambio de actitud de la ONCE. Ahora son más defensivos que hace un año, señal de que buscan el liderato final".

Los cazaetapas lo tienen difícil estos días. Necesitan que calme el tiempo, un terreno más ondulado y que cese el consenso. Una escapada en solitario no tiene sentido en una situación así, salvo que vuelvan a coincidir los intereses, como sucedió en el día de ayer. Nada hay que criticar. Así es el ciclismo. Sencillamente, este Tour está bajo control. Impera la ortodoxia... y el pelotón llega tarde a la meta.

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