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EURO 96

Estimulos para 'hooligans'

Los grandes mandamases del fútbol inglés cruzan los dedos y esperan que esta especie de deporte nacional, ejercer el hooliganismo a la primera de cambio, no desluzca la gran feria deportiva de la Eurocopa 96 que se inicia hoy. Las multitudes, lo explicó hace un par de días un experto en psicología de masas, el profesor Stephen Reicher de la Universidad de Exeter, no son violentas de por sí. Para desmandarse necesitan un estímulo, un pretexto que las ponga en acción. Y el mejor de todos al parecer, es ver a sus ídolos comportándose como salvajes. Que la propia selección inglesa de fútbol se dedique a destrozar las pantallas de televisión del avión de la compañía Cathay que les trasladaba de Hong Kong a Londres puede ser todo un acicate, según el profesor Reicher, para que sus seguidores la emprendan a tortas con los hinchas del equipo rival, una vez en el estadio. En realidad, lo único que ocurrió es que Paul Gascoigne, ídolo del Rangers de Glasgow, cumplía 29 años el día del infausto vuelo, y los ingleses, tan moderados en la vida cotidiana, suelen echar el resto en cualquier clase de festejo.Si encima brilla el sol y hace un monumental calor de 30 grados, como estos días de junio, todo puede ocurrir. Hasta que el mismísimo ministro de Defensa, Michael Portillo, y sus invitados se comporten como simpáticos hooligans y desluzcan una de las variadas ceremonias militares que un día sí y otro también se celebran en este país. El pobre ministro había organizado un party en las oficinas del ministerio para medio centenar de invitados, pero, hete aquí que las ventanas estaban abiertas y los invitados con unas copas de más, empezaron a encontrar la vida extraordinariamente divertida y a reírse muchísimo, hasta el punto de que las carcajadas superaron en decibelios a la música militar e incluso al himno nacional, en el desfile de veteranos presidido por la princesa Margarita. Fuentes del palacio de Kensington, donde reside la hermana de la reina Isabel II, restaron ayer importancia al asunto, asegurando que la princesa no oyó nada. Portillo, desolado, se ha deshecho en disculpas.

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