"Para mí no existe la depravación"
Pepe Navarro sabe que las cadenas luchan por arañarle espectadores y porcentajes de cuota de pantalla pero, sobre todo, intentan arrebatarle la fórmula mágica de su éxito: "Los programadores de este país ni se arriesgan ni tienen criterio y, lo más grave, no saben que la clave de todo está en el talento y en el trabajo duro". Esta noche cruzamos el Mississippi, en Tele 5, es algo más que el programa de moda es una revolución del concepto de televisión en España.Pregunta: Todas las cadenas quieren tener un Pepe Navarro en su programación.
Respuesta: La televisión en España vive todavía en una situación precaria, en todos los sentidos. Somos principiantes: estamos aprendiendo a hacer televisión y, también, a programarla. Se actúa por impulsos, con miedo a arriesgar. Mi programa es un elemento normalizador de la televisión, de la industria televisiva; por razones humanas, a esa hora de la noche la audiencia busca una identificación con un presentador que le cuente cosas con humor, y por razones empresariales, hemos ayudado a prolongar el prime time sin recurrir a una gran inversión y con unas importantes cifras de audiencia.
P: Las cifras revelan que su principal baza ha sido la captación de un público que no veía televisión a esas horas.
R: Ya lo conseguimos por la mañana. Lo cierto es que hemos cambiado la televisión. Para bien y para mal. Hablo del negocio de la televisión. Hemos creado unas expectativas con nuestras historias, y el público ha conectado con nuestra forma de contarlas, adivinan el mensaje que hay detrás. Desdramatizamos todo, desmitificamos todo, no ya sólo los tabúes de nuestra sociedad, sino también el propio medio.
P: Pero la fórmula es más o menos la misma desde que estrenó El día por delante en TVE, en 1989. Eso sí, la nocturnidad le ha permitido más alevosía.
R: La noche nos ha dado más libertad de movimientos y nos ha permitido acceder a un público que entiende códigos y guiños que no son posibles en la mañana. Pero el estilo, la combinación y el deseo de romper permanecen.
P: ¿Su público entiende todos esos códigos, distingue entre la verdad y el espectáculo?
R: El programa ha conseguido una credibilidad y se sabe cuando hablamos en serio y cuando lo hacemos en broma. Es una cuestión de tono; yo nunca debo decirlo directamente, la magia de la comunicación está en que el público sabe ir más lejos de lo evidente. Nada es verdad ni nada es mentira, nosotros sólo mostramos las cosas sin valoración alguna.
P: ¿Qué le parece la leyenda negra del programa a propósito del egocentrismo de Pepe Navarro, del recurso a los actores para las entrevistas polémicas, de su pelea con Santiago Urralde (Rambo)?
R: (Ríe) No hay nada mejor que las leyendas; ayudan a crear un aura de misterio en torno al programa. A Rambo le quisieron utilizar, le engañaron. A mí no. Se había creído que un mes de popularidad basta para ser famoso siempre. No es leyenda negra, es la libertad de cada uno para decidir su vida.
P: ¿Cuál es el proceso mental que le: permite pasar de un tema frívolo a una cuestión dramática?
R: Se tarda menos en pasar de una tragedia a un a noticia festiva, basta con pasar una página. Nosotros esperamos que el público reflexione un instante y acepte el siguiente mensaje. Siempre buscamos un puente entre el tono amargo y el cachondeo. Además, yo soy una máquina, quiero decir que estoy trabajando y soy. la parte visible de todo un equipo. Debo tener la capacidad de hacer creíbles todos esos asuntos, conservando la entereza en todo momento. Es el deber de un comunicador, conseguir que el público entienda el mensaje sin enunciarlo jamás.
P: ¿Pero no le afectan emocionalmente ciertas tragedias humanas?
R: Claro que te afecta. Cuando llevas un buen tema, entras en él. Pero también debes salir de él y no puedes ser partidista, pero claro que sientes la historia, te puedes emocionar.
P: ¿Existe un límite para todos esos relatos? En su programa hemos visto zoófilos, ninfómanas, coprófagos, chaperos, proxenetas, suicidas...
R: El límite está en las imágenes que no mostramos. A mí me interesa el comportamiento de la mente humana.
P: Pero usted fuerza todas esas historias para alimentar el morbo.
R: Yo sólo muestro los hechos y un comportamiento, aunque también influye la actitud de uno mismo en la vida. Yo tengo amigos millonarios y amigos que se dedican, a robar coches o a prostituirse. La riqueza de la vida está en la diversidad, en aprender de todo cuanto te rodea. Para mí no existe la depravación.
P: ¿Qué piensa de la contraprogramación a la que se ve sometido?
R: Pues es fruto del despiste de los programadores de este país. Todavía no han entendido la televisión. No se puede competir conmigo con un señor guapo pero sin la experiencia que yo tengo en este medio. Sé como pueden contraprogramarnos, lo tengo muy claro, pero no lo voy a revelar. Ahora vendrán los late shows, los magazines nocturnos a la americana basados en un señor que comunica y con una actitud hedonista de la realidad. Es un proceso mimético, no un estudio racional de las necesidades del medio.
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