Tribuna:

Un poco de dignidad

En medio del verano sin verano' que hemos padecido, la irrupción, un poco por sorpresa, casi clandestina, del programa televisivo de Victoria Prego sobre la transición ha sido una especie de viento de dignidad que nos ha golpeado de frente y ha venido a recordarnos que ésos, y no otros, son nuestros orígenes. Que aunque haya ahora quienes piensen, sobre todo entre los jóvenes, que Franco, después de todo, no lo hizo tan mal porque hay que ver lo que están haciendo la democracia y los demócratas, la verdad, la sola verdad, es que venimos de un tiempo anodino y temeroso, de un tiempo de murallas...

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En medio del verano sin verano' que hemos padecido, la irrupción, un poco por sorpresa, casi clandestina, del programa televisivo de Victoria Prego sobre la transición ha sido una especie de viento de dignidad que nos ha golpeado de frente y ha venido a recordarnos que ésos, y no otros, son nuestros orígenes. Que aunque haya ahora quienes piensen, sobre todo entre los jóvenes, que Franco, después de todo, no lo hizo tan mal porque hay que ver lo que están haciendo la democracia y los demócratas, la verdad, la sola verdad, es que venimos de un tiempo anodino y temeroso, de un tiempo de murallas de silenció y de obstinados grises irredentos, cuando cruzabas la frontera y el ferroviario francés cerraba el, puño y te implicaba a ti tembloroso muchachito que que rías asomarte a Europa, gritando airado el nombre del general fascista en quien se resumía un país entero. Hoy la cruzas con un pasaporte europeo, un cuadernito, marrón que ha costado siglos, y nadie te increpa o, te amonesta. Victoria Prego, con su voz clara, verdadera, ha estado semanas enhebrando nuestra historia más, reciente y recordándonos que, pese a los juzgados, los banqueros, las tramas paralelas y el integrismo redivivo, este país viene de donde viene y es hoy, digan lo que digan quienes nunca- levantaron un dedo. contra aquel tiempo y contra aquellas murallas, un territorio infinitamente más habitable que el de entonces. Mirando los rostros con bigotito de algunos procuradores franquistas, el gesto de turbio Moisés fraudulento del camarada José Antonio Girán de Velasco y de la Costa del Sol, mirando el aire de silente comadreja decomisarla de Arias Navarro, mirando y escuchando ysintiendo caras y voces y ruidos y paisajes ya sepultados, uno ha sentido la conciencia de la dignidad recuperada, de saber quiénes somos, aunque . otros se empeñen en decimos día a día, que si fuimos ya no somos porque ahora todo e; un barrizal -Y entonces ¿qué era?-, y ha sentido también rabia y perplejidad porque la televisión pública haya abdicado durante tan-, tos años de su función educativa. Educativa, no doctrinaria. Cuando dicen los que siempre dicen. estas cosas que la televisión socialista ha sido sectaria y partidista, a uno siempre le han dado ganas de reírse, pero vienda el programa de Victoria Prego lo que entra de veras es indignación. Porque lo progresista, lo de izquierda -sí- es esto: recordar lo que somos hoy y lo que, en tiempos nos obligaron a ser, y recordarlo todo, todo, sin ponerle techos a la memoria, y discutir públicamente no si papá se fue a comprar tabaco -y a la presente no hemos vuelto a saber nada de él, sino, qué hacemos conel. aborto -por qué Algunos se oponen, por qué no lo dicen, ya no lo dicen-, qué hacemos con nuestra Universidad -por qué hace lo que puede, que es menos de lo que debe-, qué hacemos, sí, qué hacemos con los, terrorismos paraestatales (que nadie nos diga que están subjúdice), y así sucesivamente. Recordar y discutir y hacerlo no entre ova ciones'ni gestos de showman americano o voces de la mula Francis, ni acusaciones al Gobierno, ni campañas electora les sumergidas, sino seriamente, con rigor, atendiendo a la realidad, que da gritos mudos como los daba la verdad en los versos del viejo Lope.

El programa de Victoria Prego ha venido a decimos todo esto. Los responsables de TVE nos lo colecaron en La 2 y en hora nocturna y, a veces, cambiante, para que no nos acostumbráramos mal. Los responsables de: TVE saben mucho de audiencias, pero la moral pública, la salud pública, les interesa poco. Yo no les estoy agradecido por permitir la producción y emisión del programa. A quien le estoy agradecido es a Victoria Prego, que ha sabido driblar a los dirigentes de TVE y nos ha devuelto. un poco de lo que somos. No para nutrimos de nostalgia -no hay nostalgia del horror-, sino de dignidad. Y para que sepamos que ése es nuestro horizonte: el de la dignidad, el de la irrenunciable voluntad de vivir sin perseguir al prójimo ni tener el monopolio del patriotismo. Que otros invoquen el honor calderoniano. Yo, con un poco de dignidad estoy servido.

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