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FUTBOL EUROCOPA 96

España jugará en Inglaterra

La selección de Clemente sumó sin pasión el punto que le da el billete para la Eurocopa

Ramon Besa

España formalizó ayer la documentación necesaria para acudir a Inglaterra. Fue un trámite resuelto sin pasión. Un trabajo funcionarial que acabó de mala manera por el absentismo de unos y otros dada su conformidad con el marcador. El. partido nació y murió con el empate escrito en la frente. Pudo ganar España y, sin embargo, se mostró indulgente. Dinamarca aprovechó la coyuntura y, restablecida la igualdad, firmó acto seguido el armisticio. Y todos a Inglaterra si Dinamarca no falla en la útlima jornada.Mantuvo el equipo español el espíritu de Clemente en el inicio. Es un grupo muy difícil de batir, por su fiabilidad y también solvencia defensiva, y, al mismo tiempo, le falta encanto. Parece como si le gustara manejarse en situaciones adversas.

La previa y el arranque del partido de ayer invitaban, en este sentido, a la comodidad. Le valía a España el empate y, sin embargo, al cuarto de hora ya estaba mandando en el marcador. Con todo a favor, se destrempó y entregó el mando a los daneses. Reestablecido el equilibrio, la contienda adquirió el tono de insipidez y especulación previsto, por cuanto unos y otros firmaban el empate desde la salida.

La lectura de la alineación alimentó el debate sobre el concepto del juego que posee Clemente. Tenía el colectivo los atributos de los que siempre presumió: el espinazo de un fondista y las extremidades del velocista. Renunció el técnico a Donato en beneficio de Nadal, para no recargar el centro de gravedad del equipo y, por contra, prescindió de un marcador-especialista como Ferrer, y equipó a Alkorta, como falso volante derecho, para que cuidara de reducir la maniobrabilidad de Michael Laudrup. La discusión sobre el método se extendió a la suplencia de Alfonso, un futbolista en un estado de forma óptimo y cuya titularidad es entendida como un toque de distinción en un grupo muy físico. Clemente entendió que la columna vertebral comienza en una portería y acaba en la otra y prefino a un ariete como Pizzi.

El grupo se manejó en la cancha de acuerdo a la pizarra. El gobierno que ejerció del partido en el inicio fue indiscutible. No pudo nunca conectar su fútbol Dinamarca. El danés es un equipo que se va cayendo a trozos. Jamás tuvo una salida nítida de balón, y, bloqueado Laudrup en el flanco izquierdo, tuvo que fiar todo Í s sus recursos ofensivos al cuero que es cupía el zapatazo de Sclimeichel. La pelota llegaba nítida cada vez para la aviación española. Hierro aseguróel control, y en esa hegemonía del medio centro nació el gol.

Dejó de rugir la grada y Dinamarca bajó los brazos. El primer remate entre los tres palos del grupo local llegó a la media hora. El partido estaba en manos del equipo español. Y, en este contexto, el conjunto de Clemente comenzó a descentrarse por sectores. A la lesión de Caminero siguieron tres errores seguidos de Nadal en el corte. El encuentro se convirtió en una emboscada para los forasteros. Dinamarca se hinchó y apabulló a España. La bronca física dejó malparado al árbitro y al equipo de Clemente. Recularon tanto sus futbolistas que al final del primer tiempo se llegó achicando balones desde la línea de meta.

Pese al descanso, no supo administrar España su ventaja. El equipo salió al campo con Alfonso, pero la noticia estuvo de nuevo en la retaguardia. Otra pérdida de balón sirvió para que Laudrup, recibiera, por. bota de Nadal, la mejor de las asistencias y dibujara el empate materializado por Vilfort. Las tablas devolvían el partido a sus orígenes. Dinamarca recuperaba sus opciones. España encajó con digusto el cambio de paisaje del choque. Le costó asentarse y recuperar el timón. Tampoco expuso mucho Dinamarca. El empate valía para todos. No había que malgastar, por tanto, ningún esfuerzo ni, sobre todo, rifar el balón.

Las opciones de gol se redujeron de forma alarmante en uno y otro bando. El encuentro discurrió aspero y emborronado. Tan mal pintaba que Clemente agotó el cupo de cambios al cuarto de hora dando entrada a Donato, para que el equipo encontrara otro punto de referencia en la divisoria. Había que garantizar la posesión del cuero el mayor tiempo posible y evitar cualquier error. Nadie lo quería ya.

Despojado de cualquier interés, el choque murió ante la desaprobación de la grada, entre silbidos. Fue, al fin y al cabo, un partido que nació empatado y acabó en empate.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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