La carrera hacia el título
Induráin sumará 40 días de entrenamiento en altura antes del Mundial
1995 es el verdadero año de los prodigios ciclistas. Laurent Jalabert está rompiendo moldes, y dando ligeramente al traste con la teoría de la necesaria especialización. Al modo de Tony Rominger el francés, que ayer consiguió su vigésima victoria del año, ha logrado triunfos en prácticamente todos los meses de la temporada ciclista -desde febrero hasta septiembre- y en prácticamente todo tipo de carreras -desde la Milán-San Remo hasta la Vuelta- Y, para más pedigrí, ha quedado cuarto en el Tour, lo que vendría, también, a demostrar que la carrera francesa es uña piedra de toque inabordable hasta para el corredor más en forma. O sea, como Rominger. Miguel Induráin, que es el rey del Tour, también rompe moldes, y más que nadie. Pudiendo haber dado por terminada su temporada con la quinta conquista francesa, el navarro ha preferido someterse a otra sesión de tortura, y más dura porque todo lo que pueda resultar de su aventura es una incógnita. Es el verdadero valor del riesgo, que sólo Induráin entre los mejores ha decidido asumir. 40 días en altura es un desafío que ha asustado a Rominger, por ejemplo.Más de un mes de fuertes entrenamientos para asaltar un triple objetivo fuera del alcance de la mayoría en toda la historia del ciclismo. Un mes justo de entrenamientos a más de 2.500 metros llevará Induráin el próximo 4 de octubre, cuando dispute el Mundial contrarreloj en Colombia.
Cuatro días después será también el enemigo a batir en el Mundial de fondo, una carrera que asusta a los europeos antes incluso de haber pisado el montañoso circuito de Duitama. Y por si esto fuera poco, dentro de la nebulosa que son siempre los planes del mejor deportista español de la historia cobra cada vez más fuerza la inminencia de un nuevo asalto al récord de la hora, un primado que ostentó el navarro durante un mes el año pasado.
Todo el entorno técnico del Banesto está dando los pasos necesarios para que, si Induráin decide finalmente intentarlo, disponga de todos los medios a su alcance. La decisión más difícil es la del escenario. Echávarri está recibiendo informes de todos los velódromos en altitud, aunque parece que el más apetitoso sería el de Cochabamba (Bolivia), situado a 3.700 metros, la altura ideal para el equilibrio positivo en la relación entre pérdida de capacidad física y menor resistencia del aire.
Allí está concentrada la selección italiana de pista, que informará puntualmente al técnico de Induráin de todos los detalles. Si Induráin da el sí al intento, éste se llevaría a cabo una semana después del Mundial de fondo, posiblemente el 14 de octubre, sábado.
Y, más aún: en la cabeza de Induráin también estaría germiando la idea de un intento posterior a nivel de mar. Toda una cadena de objetivos que, de conseguirse, añadirían un valor de más a la figura del ganador de cinco Tours. Esto es la traca.
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