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Agentes de azul y rosa

La policía británica recluta abiertamente homosexuales para sus filas

Isabel Ferrer

La última edición de la revista mensual Gay Times, patrocinada por la comunidad homosexual británica, incluye una foto poco usual. Siete sonrientes oficiales de policía, los famosos bobbys, han celebrado la aparición del ejemplar número 200 vestidos de uniforme. El grupo, autorizado a posar por Scotland Yard, animaba así por vez primera al lector a alistarse en el cuerpo. Una invitación en toda regla cursada por la comisaría superior de Sussex, al sur de Inglaterra. Su decisión de hacer extensiva a gay y lesbianas la política de igualdad de oportunidades ha provocado reacciones, encontradas.Hasta 1981, la homosexualidad era considerada una enfermedad por el sindicato policial. Algunos de los agentes más antiguos pidieron en 1990 la disolución de la entonces recién nacida Asociación de Policías Homosexuales. En 1993, un antiguo oficial que imparte ahora clases de psicología recogió en un estudio los chantajes, palizas y persecuciones internas sufridos por sus miembros.

Como consecuencia de todo ello algunos intentaron incluso suicidarse. A otros se les pidió la dimisión "por razones de salud". Ese mismo año, Gay Times aseguró que la búsqueda de Colin Ireland, asesino de cinco homosexuales, peligraba porque un agente de dicha comunidad estaba siendo arrinconado por los detectives.

Los tiempos han cambiado y Sussex asegura que quiere reflejar dicha. evolución social. La decisión de incluir su propuesta de empleo en el semanario de avisos Pink (Rosa) se debe en parte al elevado número de homosexuales residentes en Brighton, ciudad costera bajo su jurisdicción. Desde Bournemouth, otro enclave veraniego del sur, la conferencia anual del sindicato de policía ha evidenciado, no obstante, cierto malestar e inmovilismo. "No es una inclinación natural y tiene que prohibirse en el cuerpo". "Una policía así es reo de corrupción", dijeron varios oficiales parapetados tras el anonimato. Sir Paul Condon, comisario jefe de la policía metropolitana, considera, por su parte, la orientación sexual un asunto estrictamente privado.

Con todo, la vida cotidiana se ha hecho más llevadera para los bobbys homosexuales en el Reino Unido desde la introducción de normas contra su persecución. Y lo que resulta más notable aún: el Ministerio del Interior deja en manos de los jefes de policía la decisión de reclutar a quien les parezca apto para el servicio. Sus colegas de Defensa son mucho más estrictos.La pasada semana, dicho departamento se congratuló de que el Tribunal Supremo calificara de legal su prohibición de admitir homosexuales en el Ejército. El fallo de los jueces remitía el contencioso entre cuatro oficiales expulsados y, por extensión, el de todos los que están obligados a ocultar su sexualidad en las Fuerzas Armadas al Parlamento. Pero decía también algo muy significativo: la actual política de Defensa no tiene futuro "y el tiempo se encargará pronto de revocarla".

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