Lito se inclina por el debate de las ideas en la carrera emprendida con Cándido Méndez por liderar UGT
"No me asusta hablar de reforma laboral". Manuel Fernández Lito, candidato a ocupar la secretaría general de UGT, empieza a coger el toro por los cuernos. En su primer asalto a la poltrona que dejó vacía Nicolás Redondo, Lito estuvo más cerca del insulto personal que del debate de ideas. Seguramente por eso, y por otras cosas, la lucha se cerró en favor del candidato continuista, Cándido Méndez. En este segundo asalto, que ha llegado mucho antes de lo que todos pensaban, Lito está mucho más moderado, más conciliador, más cercano al programa que a la descalificación. Quizá porque esta vez se siente ganador.Manuel Fernández ha estado este fin de semana de bolos por Cataluña, uno de los feudos de su candidatura, al calor de su amigo de siempre, Pepín Álvarez, asturiano como él, del Metal como él, y, también como él, secretario general de una formación con peso en la UGT: la unión de Cataluña.
Lito no cree que el apoyo de Álvarez sea un lastre en su candidatura. Prefiere no pensar que tener el apoyo catalán puede generar reacciones negativas en otras zonas de España, como le ocurre al PSOE. "Cataluña suma, no resta", afirma. "Los que nos critican porque estamos con Cataluña nos criticarían también si Cataluña no nos apoyara", sentencia.
Campaña constructiva
No lo dice, pero sus asesores aseguran que piensa que ganará la batalla contra Cándido Méndez porque no le entra en la cabeza que el sindicato pueda estar liderado por alguien que no cuenta con el apoyo de uniones de tanto peso como Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Asturias, y federaciones como el Metal y la Construcción. No lo dice porque ha decidido hacer una campaña constructiva y olvidarse de la descalificación personal.
Prefiere abordar temas más delicados, como el tabú de "la reforma de la reforma laboral", como le gusta decir al secretario general de Empleo, Marcos Peña. "No me asusta hablar de la reforma del mercado de trabajo", afirma, "Pero de una reforma pactada, no inipuesta". "Tenemos que adecuar las necesidades de las empresas a la situación real", añade, y pone como ejemplo uno de sus mayores logros como sindicalista, el acuerdo marco INI-Teneo, negociado por la federación del Metal.
"Hay que hablar de salarios y jornadas, sí, pero también de Investigación y Desarrollo, de redes comerciales, de la proyección exterior de las pequeñas y medianas empresas, de las nuevas tecnologías, de los costes de la energía, del precio del dinero, de la corresponsabilidad del sindicato en la marcha de la empresa", dice. Todo esto es en definitiva el núcleo de la idea de sindicato que manejan Lito, su amigo Pepín Álvarez, y otros dirigentes renovadores.
"No hemos conseguido llevar ese debate a la organización. Se ha quedado en la Federación del Metal. Eso es lo que lleva a algunos a decir que el referente de la izquierda es Izquierda Unida", se lamenta el candidato. Aunque rehúye el encontronazo personal con Cándido se le escapa una crítica agria sobre las relaciones del sindicato con el Gobierno socialista: "Hemos pasado de la oposición sistemática al sometimiento", un comentario que refleja su definitiva ruptura con Nicolás Redondo, del que llegó a ser uno de los delfines hace no tantos años. Lito no rehúye otro de los meollos del debate ugetista: ¿Es la unidad de acción con Comisiones la vía que fusionará a ambos sindicatos? Los recelos que generó la fundación conjunta entre ambos sindicatos han degenerado en una fuga sonada: José María Zufiaur, el gran ideólogo en la sombra, ha abandonado el barco de la fundación "para eliminar crispación" en la UGT. El argumento provoca la sonrisa de Lito y la indignación de Álvarez. El primero, calla. El segundo, se enerva. "Dice Zufiaur que no hay diferencias de programas entre los partidarios de Cándido y los de Lito. ¿Pues entonces por qué llevo cinco años discutiendo con él sobre el modelo sindical?", se revuelve Álvarez. "Es un gran teórico del sindicalismo, seguramente de los mejores", replica Lito.
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