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El Getafe y el Sanse se despiden de distinta manera de la Copa

Su partido de ida, el Rayo Vallecano sacó un empate a uno en Andorra

Sólo el Sanse salvó el orgullo madrileño en la Copa del Rey. El Rayo, que jugaba en Andorra ante un rival inferior, empató in extremis. El Getafe, que también era favorito frente al Sestao, rozó el ridículo. Y el Sanse, el más modesto de todos, le buscó las cosquillas a todo un Primera división, el Racing de Santander. Perdió (2- 1), cierto. Pero jugó al fútbol. Que no es poco.Al Getafe le metieron en las mazmorras, le inutilizaron con grilletes y le echaron de mala manera de la Copa. Y eso lo hizo el equipo más tacaño y, más pobre de argumentos que ha pisado esta temporada Las Margaritas.

Fue éste un partido indigno, en el que lucharon dos conjuntos ahogados en sus limitaciones. Uno, el Getafe, no podía; el otro, el Sestao, no quería. Ganó el que no quería. Y lo hizo gracias al único balón que sus jugadores colocaron entre los tres palos. Por si fuera poco, tan complicada, proeza llegó a falta de trece minutos, segando de raíz cualquier atisbo de reacción.

El partido no tuvo de nada. Su único aroma copero se lo dio la incertidumbre que destilaba el 0-0 de la ida. Los cerca de 1.000 espectadores que desafiaron al frio y se acercaron al estadio lo hicieron con el convencimiento de que su equipo no tendría problemas para eliminar a un rival supuestamente inferior.

Pero al Getafe le pusieron bien pronto las esposas. Y le maniataron, claro está. Por si acaso, él mismo se colocó el esparadrapo en la boca. Tardó cincuenta minutos. ya no en lanzar un disparo a puerta, aspecto en el que tardó sesenta, sino en averiguar de qué color llevaba la camiseta el portero sestaotarra.

El cuadro vasco, por su parte, se limitó a verlas venir. Pero ni las vio venir. Su técnico tomó enormes precauciones ante la esperada avalancha local. No hubo tal. Hubo pelotazos al área, sí. Unos treinta aproximadamente. Globos que, deshinchados antes de nacer, intentaban crearle problemas a una defensa sobrada de centímetros. Por supuesto, no se los crearon.

Con tan primitiva táctica cavó el Getafe su tumba. Y tiempo tuvo, concretamente 77 minutos, para darse cuenta de que su propósito, además de torpe, era inútil. Sólo Guerrero intentó, en ocasiones, que el balón dejara el cielo y bajara al césped. Aunque sólo fuera para conocerlo.

Y ya andaba mosqueado el público cuando llegó el gol del Sestao. Garmendia lanzó una falta y Gorka, el más pequeño del equipo, se empeñó en demostrar que no sólo sus compañeros la sabían dar de cabeza. Y tanto se empeñó que la puso en la red, inundando Las Margaritas de silbidos.

El Sanse, como los grandes

El que no esperaba más era el Sanse que, pese a su eliminación, dejó una grata imagen en Santander. Según informa EFE, el cuadro madrileño nunca le volvió la cara al partido, creándole problemas a todo un Primera como el Racing.

Pero el cuadro cántabro resolvió el partido en apenas treinta segundos. Corría el minuto 43 cuando Chili empujó a la red el balón, tras una meritoria jugada de Tomás. Instantes después, casi sin solución de continuidad, Carreras centró desde la banda y Christiansen se sacó un cabezazo que acabó en la escuadra.

Aquello olía a goleada. Pero el orgullo del Sanse no solo lo impidió, sino que le llevó a conseguir un tanto, obra de Juan en el minuto setenta, que dejó en mínima la derrota y en dignísima su eliminación de la Copa.

El Rayo disputó en Andorra el encuentro de ida de esta tercera eliminatoria, suspendido la semana pasada por la climatología. Paquito dejó en Madrid varios titulares. Y el equipo lo acusó. Dominó más el Andorra que se adelantó en el marcado en el minuto 53. Pero la experiencia de los rayistas les fue suficiente para equilibrar la contienda, merced a un gol de Alcázar a falta de ocho minutos. El 1-1 final permite al Rayo seguir como favorito de la eliminatoria.

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