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'Scarlett' llega esta noche a Antena 3 Televisión

Más de 40 años después del estreno cinematográfico en España de Lo que el viento se llevó, la mítica película protagonizada por Vivien Leigh y Clark Gable, llega la versión televisiva que especula con los destinos de Escarlata O'Hara y Rhett Butler, encarnados ahora por Joanna Whalley Kilmer y el ex agente 007 Timothy Dalton. La comparación es inevitable, y sólo hay un terreno en el que Searlett, la miniserie de cuatro capítulos que coproduce y estrena hoy Antena 3 (a las 22.00, en El peliculón), está a la altura de Lo que el viento sé, llevó, y tiene más que ver con las finanzas que con la leyenda: más de 5.000 millones de pesetas. Cualquier otro parecido con el original es pura coincidencia.

Para empezar, los nueve millones de dólares por los derechos de la adaptación televisiva de la secuela escrita por Alexandra Ripley (que lleva vendidos 20 millones de copias del libro). Ni Michael Crichton ha logrado con su Parque Jurásico engordar su cuenta de forma tan espectacular. Conviene recordar que Margaret Mitchell, la autora de Lo que el viento se llevó, rechazó hasta su muerte escribir la continuación. Lo que no ha sido obstáculo alguno para que Shannen Doherty (Sensación de vivir) sea la protagonista estos días en Estados Unidos con un telefilme que da vida a la escritora: The Margaret Mitchell story.Si nueve millones de dólares por los derechos de la adaptación resultan una cifra imponente, los 45 millones de dólares (más de 5.000 millones de pesetas) que ha costado la coproducción norteamericano-europea (RHI, Betafilm, CBS, Silvio Berlusconi Communications, TF1, Sat 1, Antena 3, ORF y BSkyB) suponen otro argumento de autoridad (tres millones de dólares costó en su tiempo Lo que el viento se llevó).

Un millón de dólares se empleó en la campaña para descubrir a la nueva Escarlata, en lo que ha intentado ser un. claro remedo de la legendaria búsqueda de la protagonista por David Selznick entre 1936 y 1938 -antes de que viniera a su encuentro Vivien Leigh. El productor Robert Halmi niega que fuera un montaje publicitario y dice haber visto a 20.000 aspirantes antes de descubrir a Joanne Whalley-Kilmer, una noche, en el televisor de su hotel, interpretando a la prostituta Christinne Keeler en Scandal. Es británica como Vivien Leigh y, abundando en indeseables comparaciones, lleva al menos tantos vestidos como la protagonista de Un tranvía llamado deseo. Más vestidos que en el ropero de Barbie: 120 sólo para Whalley Kilmer y 3.000 en total. Pero sin el toque prodigioso del diseñador de vestuario Walter Plunkett, uno de los responsables de la leyenda en torno a Lo que el viento se llevó (otros 3.000 vestidos diferentes, sin contar los 1.230 uniformes confederados). El nuevo Rhett Butler tuvo en Tom Selleck a un primer candidato, pero el buen sentido del actor decidió que las comparaciones son siempre odiosas y declinó el honor. Lo aceptó, no sin hacerse rogar -como en su tiempo pasó con Clark Gable-el galés Timothy Dalton (el agente 007 de la última serie). Para el. papel de Ashley Wilkes, el amor platónico de Escarlata, que en el original interpreta el actor inglés Leslie Howard (con su propio acento), se seleccionó a un actor nativo de, Iowa, Stephen Collins (Una mujer llamada Jackie). Hay nuevos personajes, como los, nuevos amores de Escarlata y Rhett y, en total, 100 actores con papel y 2.000 extras.

Seis meses duró el rodaje por escenarios naturales de Estados Unidos (Carolina del Sur), Irlanda e Inglaterra y fueron diseñados ocho decorados exclusivos.

La miniserie, que ha dirigido John Erman (uno de los directores de Raíces), despega justamente después de aquella escena en la que Rhett Butler manda a tomar viento a su indomable amada.

Como mandan los tiempos, la serie Scarlett echa mano el, la llamada corrección política y le enmienda la plana a la historia. Por ejemplo, la mammy negra, que interpretó Hattie McDaniel y ahora hace Esther Rolle, pierde un tanto aquel acento sureño caricaturesco. Y Scarlett, de apellido O'Hara., descubre sus raíces irlandesas y la opresión británica sobre el país de sus ancestros.

La inversión ha sido fuerte, pero las críticas han sido poco piadosas. Tildar de "merluzo" a Dalton y de "hueca con ojos de besugo" a Whalley-Kilmer (el preestreno tuvo lugar en el Lincoln Center de Nueva York el 3 de noviembre y en muchos países ya se ha estrenado) no es la promoción ideal.

Sin embargo, los productores aseguran que ya han recuperado con largueza el dinero invertido. Por algo Lo que el viento se llevó ha sido la película con más audiencia en la historia de la televisión norteamericana. Ésa era la apuesta. Y mañana será otro día.

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