Los escasos incidentes apenas alteraron la tranquilidad de la jornada electoral
El tiempo primaveral propició el desarrollo tranquilo de la jornada electoral, salpicada por incidentes anecdóticos que no alteraron la normalidad. En la ciudad alicantina de Villajoyosa, la presidencia de una de las mesas recayó en un chino de nacionalidad británica. El hecho no llamó excesivamente la atención en la Comunidad Valenciana, ya que es donde reside el mayor número de extranjeros europeos con derecho a participar en estos comicios.El Ayuntamiento de Martorell (Barcelona), en donde reside una nutrida comunidad de magrebíes, decidió colocar una urna simbólica, aunque no válida, para los electores de esta procedencia.
En otros ayuntamientos, como el de Palamós (Gerona), se aprovechó la ocasión para pulsar a opinión de los habitantes sobre cuestiones locales. En este caso se sometió a referéndum si se opta o no por urbanizar la playa de Castell.
Las religiosas de un colegio franciscano de Orense aprovecharon para pedir firmas en apoyo de la recalificación urbanística de los terrenos de un asilo de ancianos.
La peor suerte recayó en el funcionario municipal Joaquín Miralles Sánchez, de Moratalla (Murcia), quien falleció en accidente cuando acudía a una mesa en representación de la Administración.
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