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Los conejos de Rominger

Siempre que puede, Tony Rominger deja bien claro y en alta voz su admiración por sus compañeros de equipo. Después de etapas duras, en la que sus colegas se han dejado la piel por el suizo, Rominger solía ir a darles las buenas noches habitación por habitación. Es una regla de oro para todo líder que quiera rodearse de un grupo sólido de gregarios. Este año ha querido ir un poco más lejos y se ha traído de Montecarlo cuatro hermosos conejos de chocolate, suizo, claro, que sus compañeros desmigan todos los días en las sobremesas de las cenas.

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