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Onésimo salva al Rayo por el suelo

El Rayo quiso ganar por el cielo y se salvé por el suelo. Vivió de los saltos de Urzáiz durante 66 minutos y entregó así el partido al Valencia. Cuando la derrota consumía a los vallecanos, apareció Onésimo, bajó el balón a la tierra y rescató a su equipo.Dos licencias de David Vidal, esconder en la suplencia a Onésimo e inclinar a Pablo a la derecha, privaron al Rayo de argumentos creativos. Hugo, la otra solución ofensiva, se apartó solo (m. 50), cansado como estaba de ver el balón tan arriba.

Vallecas echó de menos a Onésimo. Es cierto que cuando juega, su fútbol anárquico e individualista termina por cansar; que uno acaba mareado entre tanto regate y sobo de balón, y que cuando coge la pelota los demás se resignan a cruzarse de brazos. Pero cuando no está, se le extraña. Sin él, nadie ilumina. Con la añoranza de sus filigranas, vivió el Rayo 66 minutos. Los que tardó Vidal en liberarlo del banquillo. Cuando apareció, alegró la noche a la parroquia y salvó un punto.

Antes, el encuentro había corrido del lado del Valencia. Fue el que más jugadores acumuló en el juego raso. Mientras todos se entretenían con balonazos a las alturas, Quique, Mendieta y Mijatovic buscaban remedios por abajo. Agarrado a estos tres futbolistas, el Valencia fue sembrando de avisos los dominios de Wilfred. Hasta que Quique marcó. Después apareció Onésimo, bajó el balón a la tierra y rescató a su equipo.

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