Goles como terapia
El Barcelona barre a Osasuna con un partido muy bien trabajado y mejor remachado
¡Bendita Cuaresma! El Barcelona se atracó de goles en periodo de abstinencia. Hay momentos, como el de ayer, en que resulta más vital confesarse que identificar al confesor. Y en el Camp Nou todos se han declarado católicos, apostólicos y romanos. El primero en asumir su condición de pecador fue El Profeta.La homilía de Cruyff es hoy un canto a la benevolencia más que un sermón catastrofista: "Sed buenos, ganad la Liga y os prometo el paraíso" (un año más para todos en el Camp Nou). También la hinchada estuvo magnánima y, pese a la paliza de La Romareda, abrazó al equipo como si fuera un hijo pródigo.
Mimados y liberados de penitencia, los futbolistas respondieron a los estímulos afectivos con un 8-1. Lo nunca visto en la era de Cruyff. No hay ni una semana de distancia entre el equipo más goleado y el más goleador. Quizá por eso hay tantos asuntos en el estadio que no tienen explicación.
El grupo barcelonista no se quitó aún la máscara de Carnaval. Los goles maquillaron su rostro todavía ojeroso. Lo que antes se les negaba ayer se les regalaba. El balón iba y venía de la portería al ombligo del campo, para que Osasuna sacara de centro, y vuelta a empezar. Hasta ocho veces. Fue el Barca muy efectivo y directo. La goleada es la mejor terapia para arrancar de una vez. Tiene, sin embargo, algunas cuestiones por resolver.
El Barcelona que anoche salio al Nou Camp no es el dream team ni tampoco el equipo pesadilla. Faltaban los futbolistas que le han dado ese toque de distinción. La ausencia de Guardiola y de Laudrup, dejó el choque en manos de futbolistas más ásperos. Montó Cruyff todo un espinazo: Ferrer, Koeman y Nadal atrás; Iván, un recuperador de balón más que un administrador, como medio centro retrasado -de falso 4-; Sergi y Amor como volantes; Romario y Bakero alternándose en punto de penalti, y Stoichkov y Txiki abiertos a las bandas. Fue éste un grupo muy solidario. Parecía más un equipo de Clemente que de Cruyff.
Osasuna dio fe de vida después del primer descanso del mes en que los barcelonistas no riñeron por el discurrir del partido. Fue el canto del cisne. Los navarros tomaron aire, asomaron la cabeza soñando en ataque y quedaron retratados. Llegó el cuarto y aparecieron entonces los especialistas para adornar el trabajo de los zapadores. Y ahí Romario es el rey.
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