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El Deportivo se autoelimino

El Eintrach aprovechó un fallo de Djukic para seguir en la Copa de la UEFA

Xosé Hermida

El Deportivo se autoeliminó de la Copa de la UEFA. Los coruñeses sacaron a relucir su lado más inmaduro después de haber paseado por Europa con un carácter y una frialdad impropias de un equipo novato. Un regalo imperdonable en el minuto 15 de la primera parte permitió al Eintracht adelantarse en el marcador y colocar una losa encima de las aspiraciones blanquiazules. A partir de entonces el Deportivo lo intentó todo pero se encontró con una defensa imperturbable.Los coruñeses tiraron el partido por la borda cuando el juego aún no había salido de la habitual fase de tanteo. Fue una jugada tan absurda que Djukic tardará tiempo en olvidarla. El serbio resbaló cuando se disponía a despejar un balón al borde del área y le salió una verdadera pifia que cayó en pies de Gaudino, el alma del equipo alemán. Este se fue de Voro y de Liaño y con gran serenidad batió por bajo al portero local. El gol sonó como una gran bofetada a los 30.000 espectadores que llenaron Riazor.En un partido de Liga siempre habría tiempo para remediar un regalo así. Pero en las Copas europeas cada fallo se paga con pena de cárcel. El margen para reaccionar es muy estrecho, tanto que obligó al Deportivo a marcar tres goles.

El hachazo dejó a los de Arsenio Iglesias en un estado de profunda depresión. La imagen de los jugadores blanquiazules tras el gol, con la cabeza y los brazos caídos, fue el mejor resumen de lo que ocurrió en los minutos siguientes. El Eintracht pobló aún más su defensa y siguió golpeando sin piedad al contraataque, siempre dirigido por Gaudino, un estupendo futbolista. El italoalemán bajó hasta la cocina para ayudar a sus compañeros en el trabajo sucio. Subió el balón con elegancia y en los metros finales enloqueció a la defensa local con su habilidad para el regate. Sin duda, lo mejor de un equipo muy consistente pero incapaz de deslumbrar.

El Deportivo pasó de la depresión a la rabia a partir de la media hora. Los blanquiazules lograron recuperar la concentración. Se apretaron los dientes y se lanzaron ardorosamente sobre el área de Stein. Allí empezaron a sucederse los barullos y las ocasiones. Por primera vez en el partido, el gol coruñés parecía posible. Pero en los momentos más agónicos, el Eintracht sacó a relucir toda la robustez que se le presupone a un equipo alemán. Aunque el Deportivo lanzó hasta 14 saques de esquina en la primera parte, la avalancha sólo sirvió para demostrar que el juego aéreo era propiedad exclusiva de los alemanes.

En la reanudación, los de Arsenio Iglesias siguieron atacando con tenacidad y todavía con más efectivos, tras el ingreso de Pedro Riesco. El tiempo comenzó a escurrírsele a los locales entre los dedos. Su ofensíva se tomó más inconstante al mismo ritmo que el césped de Riazor se ponía cada vez más pesado, lo que contribuía a restar fluidez al juego blanquiazul.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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