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La herida fue más profunda

Monica Seles da por perdido el año tras el apuñalamiento que sufrió en abril

La herida de puñal el apuñalamiento que sufrió en abril que sufrió Monica Seles el 30 de abril, cuando fue atacada por un espectador en pleno partido del torneo de Hamburgo, ha resulta do ser más profunda de lo previsto. La lesión ha tenido tanto consecuencias emocionales como físicas. Según la tenista, en entre vistas que concedió la pasada semana a la cadena ABC y al diario The New York Times, no ha pegado a una pelo ta desde ese día y no tiene ni la más mínima idea de cuando recuperará las fuerzas necesarias para coger la raqueta y continuar su carrera. En la víspera del Open de Estados Unidos, que comienza mañana en las pistas de Flushing Meadows, sin su participación, Seles, una yugoslava de 19 años, afirma que duda de sí Misma y del precio que ha tenido que pagar para ser la número uno del tenis femenino. "Si esto es lo que cuesta, entonces no vale la pena", declaró. Como es su costumbre durante épocas de convalecencia, Seles se ha apartado del circuito e iniciado en privado su rehabilitación en la clínica Steadínan-Hawkins, de Vail (Colorado). Su prolongada ausencia sólo ha servido para fomentar cientos de rumores, al gunos dignos de culebrones. Hay quien dice que se entrena afanosamente en secreto. Otros insisten en que está recluida en un manicomio. Las peores len guas afirman que Seles utiliza su lesión a manos de un hombre atormentado por el descenso en la clasificación de la tenis ta alemana Steffi Graf, como excusa para demorar su retorno y evitar cualquier derrota en la cancha. En sus dos entrevistas, las primeras que otorga en casi tres meses, Seles deja claro que su tragedia es profunda e íntima y que pasa por un momento dificil e introspectivo de su vida."Pude haber muerto", dijo en declaraciones al New York Times. "Si hubiera conseguido apuñalarme una vez más, ¿quién sabe? Si me hubiera dado en la columna vertebral podría haber quedado paralítica. El hombre consiguió lo que anhelaba. Mi único pecado fue conseguir el ranking de la número uno y ahora pago por ello. A consecuencia de ello he perdido mi posición en la cabe za de la clasificación. Me mata no poder jugar en los torneos del Grand Slam. Para mí 1993 ha finalizado. Ha sido un año totalmente perdido". En cierto sentido Seles es la misma de antes. Habla al ritmo apurado de siempre, saltando de punto a punto, de idea a idea, sin pausa. Seles nunca ha tenido problemas para desahogarse. Pero si antes era una chica alegre y bronceada, sin preocupaciones mayores, una adolescente de suficiente fuerza mental para conquistar ocho títulos de Grand Slam en nueve intentos, hoy es una mujer de tez pálida, con un futuro incierto y un espíritu frágil. El puñal penetró en los músculos del hombro izquierdo y pese a una rehabilitación extensa sigue incapaz de golpear la pelota con la raqueta. Seles también confiesa que sufre pesadillas frecuentes, siempre cuando las imágenes en su mente están totalmente negras. Las sombras encubren a un hombre con una cara roja, con un puñal sangriento. El hombre ya ha atacado y según la mirada de sus ojos está a punto de hacerlo de nuevo.

"Si alguien no hubiese intervenido y yo no hubiese saltado hacia adelante ¿quién sabe que hubiese sucedido? Si esto es lo que cuesta ser la número uno, entonces no vale la pena", declaró Seles. "Quizá debería ingresar en una universidad y convertirme en una persona normal. Cuesta ser una artista, ser una deportista, pero no a este precio".

Seles se siente defraudada por el circuito femenino, también por Graf, que según Seles no ha vuelto a llamar desde aquella visita emocional y lacrimógena al hospital poco des pués del incidente. Hasta cierto punto se repite la historia de 1991 cuando Se les abandonó a última hora el torneo de Wimbledon. Estaba incapacitada por dolencias en ambas espinillas, pero como no quiso dar ninguna razón, se dijo que estaba embarazada y que su madre estaba a punto de morir de cáncer. Dos años más tarde Seles se lamenta de que las jugadoras votaran, en contra de una excepción para ella, en el ranking mundial. Sólo la argentina Gabriela Sabatini, entre las jugadoras de primera fila, se negó a participar en la votación.

"No es justo que mi atacante haya triunfado en su objetivo. No importa cuanto lo hablo con mi padre. Todavía no lo entiendo. Este hombre consiguió justamente lo que quería", dijo Seles. Se le da demasiada importancia a la clasificación", agregó. "Todas tienen sus miras en ser la número uno. Nunca tuve problema alguno antes de conseguir este puesto. En el momento que me convertí en la número uno las demás dejaron entrever que también querían lo mismo, a cualquier precio. Pero nunca imaginé que llegaría a este punto. Pienso que es muy misterioso apuñalar a uno por esta razón. ¿Es el precio que hay que pagar? Tengo únicamente 19 años. ¿Por qué debo tener estas preocupaciones?".

Seles afirma que quiere regresar al circuito y reconquistar su puesto en el podio. Si no sufre mayores inconvenientes piensa participar en el Open de Australia, donde buscaría su cuarto título consecutivo. No me quiero perder otro torneo de Grand Slam. Quiero demostrar a mi atacante que se equivocó", declaró Seles.

Es curioso el hecho de que confiesa que ha visto muy poco tenis desde su accidente, pero es un comportamiento muy típico de atletas que han tenido que abandonar los campos de juego a la fuerza. "No puedo soportar el hecho de no jugar", dijo. "He intentado ver los torneos de Grand Slam pero no pude pasar de las primeras rondas. Siempre sentía que debía estar presente. Cada vez que se celebraba la final me iba de excursión a algún sitio donde no podía ver el partido. Pero para el Open de Estados Unidos me he dicho a mí misma que debo verlo. Debo pensar que estaré de regreso el próximo año. Siempre he conseguido otro nivel en los torneos de Grand Slam. Siempre doy todo en las pistas de tenis y no me importa cuál sea el resultado; voy a jugar a ganar".

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