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El Joventut condena al Madrid al desempate

Robert Álvarez

El Madrid divagó en Badalona. Anduvo aletargado y mostró su rostro más patético, el del cortocircuito. Admitió el descarte y el farol del Joventut. De modo que la Liga de baloncesto, después de 46 partidos -caso del Joventut- se ventilará de una tacada, al mejor de: 40 minutos.

El Madrid se acicaló para el cuarto capítulo de la serie. Su labor ante el tocador fue más aparente que real. Se convirtió en un dúplex muy limpio en su planta baja. Luyk echó a andar a los suyos con una estructura nueva con Santos y Biriukov como titulares en detrimento de Cargol y Simpson. Santos se pegó como una lapa a Villacampa. Se trataba de una labor de desgaste. Pero el técnico madridista olvidó la planta de arriba. Sabonis, visiblemente disminuido físicamente, y Brown estuvieron bien sujetos por los defensas badaloneses y apenas contaron con balones, con destino a la red.

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El Joventut se encuentra cómodo cuando todo parece perdido. Con el marcador de la finalen 2-0 es cuando mejor le ha ido. Su primera parte de ayer fue parecida a la del tercer partido. Con el superávit de un juego más variopinto: tanto Thompson como Ferran se fueron a anotar más allá de la línea de 6,25 metros. El Madrid empezó a hundirse: 24-11 mediado el primer tiempo.

Luyk devolvió a su quinteto más alto y vitilizado a la pista. Recurrió otra vez a una defensa presionante. El recurso empieza a ser norma. Mal, síntoma. Bajó la diferencia a siete puntos, 27-20. Pero los madridistas empezaron a perder la cabeza. Sabonis replicó al árbitro tras recibir un tapón de Smith. La técnica supuso su tercera falta. Loto Sainz aprovechó la gentileza, la ventaja y la cercanía del descanso para dar reposo a sus titulares. El ataque badalonés lo pagó anotando apenas cuatro tiros libres en esos últimos cuatro minutos y medio. El Madrid no sólo no lo aprovechó, sino que estuvo tan remiso en ataque como los locales y fue el más perjudicado en las jugadas más psicológicas: el mismo tapón a Sabonis, el goteo de jugadas de tres puntos del Joventut, bien a base de triples o de canastas más tiro libre adicional y -un triple de Kopiclki tras Jugar los últimos 14 segundos y sobre la bocina de intermedio.

Sainz mantuvo a su quinteto reserva en pista -Tomás, Jent, Smith, Kopicki y Morales- y continuó su sequía anotadora. Jent no fue talismán en esta ocasión. Biriukov y Lasa permitieron al Madrid hacer un parcial de 0-9 y situarse en varias ocasiones a cuatro puntos tan sólo. Sabonis, por cierto, logró su primera canasta en este intervalo, en el minuto 27. Sairiz, con los suyos ya en la UVI, volvió a echar mano de Rafa Jofresa y Villacampa. El Madrid llegó a su límite colocándose a sólo dos puntos, 44-42. Ahí se acabó todo, más por sus deméritos que por la oposición de un Joventut que no acertaba a leer un partido que se enfangó con el paso de los minutos. Dada la confusión de ideas, parecía que el Madrid podía sacar provecho. Pero resultó todo lo contrario. De nuevo perdió la cabeza. Biriukov, sin duda ayer la única piedra sobre la que podía construir su baloncesto, sumó su cuarta y quinta faltas de forma consecutiva. Faltaban seis minutos y el Madrid se quedó ya sin gasolina. Anduvo el resto errante, sin brújula, a expensas de lo que pudiera hacer Antúnez. Otro síntoma, y éste en mayor medida, de que anda encendida la luz de alarma. El Joventut volvió a distanciarse más allá de los 12 puntos, 60-48, a tres minutos del final. El Madrid acabó entregado y, Sainz, en su último partido en Badalona antes de hacerse cargo de la selección español, salió a hombros. como los toreros. Una imagen insólita donde siempre se le escatimaron méritos. La respuesta a toda una Liga quedó para el quinto partido.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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