El caso balcánico
Aprovecho estas líneas para felicitarles por la claridad expositiva que reflejan numerosos de sus editoriales cuando se trata de tocar cuestiones relacionadas con los derechos humanos, en especial a los referidos a la pena de muerte y a la respuesta pacífica a los violentos. Ciertamente, todas nuestras garantías constitucionales europeo-occidentales giran en torno a estos valores. Ustedes saben que legitimar el uso de un mayor grado de violencia por el Estado implicaría dar un paso más hacía un ordenamiento jurídico más estricto, pero tampoco ignoran que todo ello serviría para debilitar las garantías ciudadanas. Ciertamente, intuyen en cada momento que la única manera de dotarnos de realidades es garantizando a todos aquellos que las quiebran lo que creemos y defendemos.Pero, permítanme reprocharles su miopía cuando se trata de enfocar el caso balcánico. Ustedes opinan que se trata de un conflicto básicamente étnico. Yo creo firmemente que el reflejo étnico es únicamente un síntoma de la enfermedad, pero no la enfermedad en sí misma. Puzles étnicos similares se manifiestan por toda Europa sin que lleguen a generar tales cuadros clínicos. La raíz del problema es otra. Esta se encuentra en el rol que desempeñaban las distintas co munidades étnicas en la antigua Yugoslavia. Los unos, controlando el aparato económico; los otros, el aparato político-militar. La rotura de tales roles ha generado en los segundos el miedo a perder el control que habían estado ejerciendo sobre los demás. La situación actual es el reflejo a la pérdida del instrumento hegemónico utilizado por éstos: el Estado. Todo ello me lleva a pensar que la errónea apreciación que están llevando a cabo los diferentes miembros de la CE nos está proporcionando un flaco favor a medio plazo.
Como ustedes saben, la consolidación de nuestros valores democráticos se construye día a día sobre todos aquellos sujetos que aparentemente no merecen tal atención y protección. ¿O acaso no se trata de ningún error de cálculo? En ese caso, podemos empezar a preocuparnos.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.