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Amato pide a los bancos italianos que bajen sus tipos de interés

El presidente del Gobierno italiano, el socialista Giulano Amato, y su ministro del Tesoro, el técnico de influencia democristiana Piero Barucci, han requerido por escrito a los presidentes de los bancos del país que reduzcan los tipos de interés. La iniciativa de Amato y Barucci ha sorprendido, porque no tiene precedentes y por la circunstancia de que, siendo estatal la casi totalidad de la gran banca italiana, la mayoría de los banqueros requeridos deben su nombramiento precisamente al Ejecutivo.

"El presidente del Gobierno y el ministro del Tesoro esperan que el comportamiento del los bancos contribuya más incisivamente al relanzamiento de la economía nacional", se dice en la carta cursada el lunes y dada a conocer públicamente ayer, que refleja la voluntad de Amato de superar las dificultades propias del peculiar sistema italiano. Su admonición constituye, en efecto, una advertencia para los banqueros que se crean plenamente autónomos en virtud del apoyo recibido de alguno de los cuatro partidos que integran; la mayoría de Gobierno.Tancredi Bianchi, presidente de la patronal bancaria, un cargo que depende también en buena medida del Ejecutivo, manifestó que la carta de Amato y Barucci representa una iniciativa "inhabitual, ya que [en Italia] no está en vigor ningún régimen de precios administrativos para los tipos de interés aplicados por la banca".

El Banco de Italia mantiene invariable su tipo de interés preferente en el 15%, fijado durante el pasado mes de septiembre para defender a la lira. Pero el Gobierno entiende que las entidades de crédito deberían haber respondido ya a otros síntomas de relajamiento de la situación, como son el descenso de los tipos interbancarios y de la propia deuda pública, que bajaron del 15,66% bruto al 13,69% neto en la última subasta del pagado 2 de octubre.

Por su parte, las entidades de crédito se resisten a la reducción de tipos, ya que tratan de que los altos intereses compensen dos factores que amenazan gravemente sus resultados de este año: uno es el crecimiento de los créditos a riesgo, que el pasado mes de junio, cuando todavía no había estallado la crisis, representaban ya casi el 5% del total prestado por la banca; el otro es la devaluación de la cartera de deuda pública, que, según estimaciones fiables, representaría una pérdida de unos 10 billones de liras (más de 800.000 millones de pesetas) para el conjunto de la banca italiana.

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