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El Valencia resucitó la crisis del Athletic

La próxima reforma del reglamento balompédico debería incluir la devolución del dinero en caso de fiasco futbolístico. Ayer en San Mamés los taquilleros lo hubieran lamentado, por el exceso de trabajo, pero los aficionados al fútbol (no sólo a su equipo) lo habrían agradecido. En la catedral hubo pasión en la grada, sacrificio sobre el césped y abundancia de goles gracias, sobre todo, al espíritu navideño de los dos guardametas.La ingenuidad de Sempere en el penalti a Ciganda fue correspondida con creces por la desorientación de Iru en los goles de Eloy y Fernando y por la generosidad del inefable Martínez de la Fuente y su particular interpretación de la ley de la ventaja: o gol o penalti, según decidió tras el disparo de Leonardo al poste después de ser agarrado por Asier.

Demasiadas incidencias, demasiados goles y demasiados errores para tan escasa consideración con el espectáculo por parte de ambos equipos. Sólo el brasileño Leonardo se congració con el fútbol. No en vano los 26 protagonistas del partido sólo fueron capaces de disparar entre los tres palos en dos ocasiones por méritos propios. Las otras cinco partieron de errores del adversario o del colegiado.

En cualquier caso, el Valencia, riel a su tradición, obtuvo mayor rentabilidad de los errores del Athletic que éste de los suyos y devolvió a los rojiblancos a los orígenes de la crisis: ineficacia ofensiva ante la ausencia casi general de talento. Practica el Athletic un juego rudimentario, eufórico en ocasiones, pero desastrado en su concepción. El Valencia, por el contrario, profesa una pasión científica aunque ausente de coraje. Con tales ingredientes el encuentro resultó soso, de los que gustan a los entrenadores y aburren al respetable, de no haber sido por la exagerada producción de goles.

A la postre, el Valencia bien dirigido por Tomás y en menor medida por Fernando, e impulsado por el brasileño Leonardo, resultó más operativo que un Athletic encorajinado pero insulso. La firma de la desolación la estampó el guardameta Iru cuando cantó soberanamente en un despeje de cabeza favoreciendo el placer goleador de Fernando. Antes, los rojiblancos habían padecido la baja por lesión de Alkorta y la expulsión de Garitano.

Anécdotas al margen, el Athletic malgastó los buenos augurios de los últimos partidos y acabó el año con idénticos despropósitos que mostrara al comienzo de la temporada. El gol de Ciganda, en el tiempo de descuento, premió su esfuerzo en otro error defensivo, en este caso del Valencia, aunque no tuviera otro interés que el puramente estadístico. Guus Hiddink comerá el turrón tranquilo mientras Iñaki Sáez no podrá evitar una sensación de atraganto.

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