LA CONFERENCIA DE MADRID

Los huéspedes de González, de acuerdo para seguir las negociaciones en Madrid

El presidente Felipe González reiteró ayer al presidente norteamericano, George Bush; al primer ministro israelí, Isaac Shamir, y a la delegación jordano-palestina su ofrecimiento de hospedar en Madrid la segunda fase de la Conferencia de Paz y recibió una triple respuesta positiva, aunque con algún matiz por parte del jefe del Gobierno del Estado judío.

Bush confirmó ayer que no había "ningún motivo" para que las conversaciones bilaterales, que tendrán lugar tras la inaguración, se desarrollen y dio a entender que, dadas las facilidades puestas a disposición, la capital de España era e...

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El presidente Felipe González reiteró ayer al presidente norteamericano, George Bush; al primer ministro israelí, Isaac Shamir, y a la delegación jordano-palestina su ofrecimiento de hospedar en Madrid la segunda fase de la Conferencia de Paz y recibió una triple respuesta positiva, aunque con algún matiz por parte del jefe del Gobierno del Estado judío.

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Bush confirmó ayer que no había "ningún motivo" para que las conversaciones bilaterales, que tendrán lugar tras la inaguración, se desarrollen y dio a entender que, dadas las facilidades puestas a disposición, la capital de España era el lugar idóneo para su celebración. En las fueras de Madrid, las autoridades españolas han habilitado ya algunas sedes aún no divulgadas.González dio con su húesped una rueda de prensa al estilo de la presidencia norteamericana Ambos comparecieron en el palacio de la Moncloa detrás de. dos atriles colocados encima de un pódium. Bush fue tan elogioso con su huésped como su secretario de Estado, James Baker hace díez días.

Agradeció, primero, la "fantástica colaboración" española que en "un lapso de tiempo tan corto" ha generado una organización "milagrosa". Bush vaticinó: "Estamos al inicio de un periodo muy interesante en la relación bilateral" hispano-norte americana, pero no confirmó su venida a España en 1992.

A renglón seguido pasó a ala bar directamente a González, un "primer ministro muy respetado en los países participantes en la conferencia". Recordó además que goza de "una influencia especial en Suramérica y Centro américa, cuyos dirigentes le bus can para recibir consejos y aseso ramiento y nosotros también" "Allí (en Latinoaméricá) tiene seguidores ( ... )".

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"Con todos mis respetos para el Rey, eso no se decidió a ese nivel", contestó Bush a una pregunta sobre si don Juan Carlos contribuyó, durante su estancia este mes en Camp David (la residencia de montaña del presidente de EE UU), a la elección de Madrid.

La jornada del presidente español empezó con una entrevista con la cabeza bicéfela de la delegación jordano-palestina, a la que Moncloa había incitado a, solicitar una audiencia para poder así recibir a Isaac: Shamir sin trasmitir una impresión de par cialídad. El primer ministro israelí había manifestado el deseo de saludar a González.

El ministro jordano de Exteriores, Karnel Abu Jaber, y el presidente de la Media Luna Roja de Gaza-Haider Abdel Chafi, habían dado de antemano su acuerdo a la oferta española se seguir discutiendo en Madrid. El sí de Shamir fue algo más matizado. Su viceministro de Exteriores, Benjamín Natanyahu, declaró estar dispuesto a aceptar Madrid como sede del preámbulo de la segunda fase, "que debe continuar en Oriente Próximo".

Con Shamir, González cerró las fechas del primer viaje de un jefe de Gobierno español a Israel, el 2 y 3 de diciembre. Para entonces, debería producirse un receso en la segunda etapa de la conferencia que permitiría al presidente español viajar sin dar la impresión de interferir en el proceso negociador. Hoy, González continuará su ronda de entrevistas con los jefes de la diplomacia de Egipto y Líbano.

González, Bush y Gorbachov compartieron, por la noche, mesa con el Rey en el palacio de la Zarzuela, mientras la reina -cenaba con Raisa Gorbachova en un conocido restaurante. En la Zarzuela, el primer plato fue una crema de espárragos trigueros, después un solomillo al brons acompañado por un abanico de hortalizas al vapor y, de postre, bavarois de moca y nata.

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